La ciudad de Puebla vive un gran problema de prostitución. Por las calles del Centro Histórico pueden verse mujeres que, desde las 10 de la mañana, llegan a la a las calles de la 4 Poniente a la 18 Poniente, entre la 3 y 5 Norte.

La falta de empleo y el ganar dinero para mantener a sus hijos ha orillado a las jovencitas a ejercer uno de los oficios más antiguos: la prostitución.

Varios sectores demandan una zona de tolerancia para Puebla, para que las autoridades puedan tener un control y evite la propagación de enfermedades.

En hoteles del centro, las mujeres esperan sentadas. Algunas de ellas, tejen bufandas para venderlas, otras están en las puertas de los cuartos esperando a ser “elegidas”.

100 pesos “libres”

Poblanerías en línea pudo acceder a ese ambiente. Las mujeres relatan que el cobro por el acto sexual es de 150 pesos; 100 son para ellas y 50 por la renta del cuarto de hotel.

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Foto: Agencia Enfoque

La mayoría de ellas tienen una complexión delgada y visten con ropa de encaje, minifaldas y blusas escotadas u ombligueras que combinan con pantalones ajustados.

Hombres de todas las edades, pero sobre todo, mayores de 30, son los que más acuden y aunque no contratan a una chica, permanecen más de 20 minutos observándolas desde que llegan al hotel.

Cientos de historias se escriben en esos cuartos desolados, donde solo se encuentra una cama y un foco.

Alejandra, una mujer de 1,50 metros de estatura y tez blanca usa zapatillas de plataforma negra. En su maquillaje resaltan los labios rojos y sus ojos color miel, en contraste con el cabello largo y rubio.

Ella le platica a Poblanerías que le “gusta” su trabajo pues quiere dinero “rápido y fácil” para ayudar a su familia y darle de comer a su hija de dos años.

Sin quitar la mirada de un hombre a quien le llaman “El Güero”, y quien al parecer se encarga de protegerlas de los que tratan de “pasarse de listos” con ellas, trata de no hablar de más.

Mis papás no saben que me dedico a esto, saben que tengo que salir temprano de mi casa para llegar a la fábrica donde laboro desde hace un año, mi mamá me cuida a mi hija de dos años”.

Al ser cuestionada de por qué se dedica a la prostitución, sin titubeos respondió que “por necesidad“:

Necesito trabajar, no ha sido fácil la vida para mí, desde que salí de la secundaria y me involucre con un tipo que al enterarse que estaba yo embarazada, me abandonó, trate de buscar trabajo de empleada domestica, donde los patrones se pasaban de listos y por necesidad en ocasiones aceptaba la relación, hasta que la señora se dio cuenta y me corrió (…) He pensado dejar de practicar la prostitución, porque debo dedicarle más tiempo a mi hija, aunque mi madre me ayuda con el cuidado, requiere de mayor atención”.

Alejandra dice que su preocupación dentro del negocio es el comportamiento de los clientes: “en este oficio hay de todo, algunos se portan amables, pero hay otros que son unos verdaderos patanes, en ocasiones amenazan con golpearte si no cumples algunos de sus caprichos”.

Pagan por “no hacer nada”

Otra de ellas es “Adriana” quien accedió dar la entrevista de forma anónima y antes de iniciar preguntó, ¿no va a ser revelada mi identidad, verdad?, porque de lo contrario no diré una sola palabra.

Como podrás ver no tengo mucho tiempo como vendedora de placer, después de que se marchó el padre de mi hijo se agravaron los problemas económicos, me vi obligada a encontrar la manera de obtener dinero”.
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Foto: Agencia Enfoque

Desesperada por la falta de dinero encontró un empleo de niñera, pero como este tipo de trabajo requiere mucho tiempo y la paga es mínima, decidió aceptar la invitación de su amiga para trabajar en el hotel.

Mis papás ignoran a que me dedicó, sólo saben que trabajo como niñera y por eso en ocasiones cuando requiero de entradas extras, vengo a trabajar sábados y domingos, sólo medio día para estar con mi hijo el resto del tiempo”.

Adriana dice que este trabajo le ha permitido conocer un poco más a los hombres, pues ellos platican de su vida y de su trabajo. Sin embargo, hay otros que solo van a tener relaciones sin decir nada.

El alto riesgo de peligro por contagio que hay en mi trabajo, me obliga a extremar precauciones, bajo ninguna circunstancia tengo relaciones sexuales con nadie si no es con la protección adecuada. De manera minuciosa supervisó los preservativos. Tal vez esto molesta en algunas ocasiones a los clientes que tienen el complejo de machos, pero prefiero dejar escapar unos pesos y no poner en riesgo mi vida”.

Como todas las compañeras, dice, su sueño es “salir de esto”, pero explica que es “realista” y sabe que es difícil porque se gana buen dinero.

En ningún trabajo pagarían lo que se obtiene por hacer casi nada”, dice.

Puebla está considerada como uno de los cinco principales corredores de traslado de personas vulnerables a la explotación sexual del país, de acuerdo con información de la ONU.

Se estima que en el 2016 poco más de 15.3 millones fueron víctimas de trata a nivel mundial.

En México existen más de 500 mil personas que son explotadas en la prostitución, 90% son mujeres y niñas. Cifras de la Coalición Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), señala que 80% nacieron en la capital del país y fueron trasladadas de algún lugar del interior del país para ser prostituidas.

 

 

 

POB/LFJ