En la actualidad, el hecho de que la gente encuentre muchas soluciones a sus problemas por medio de las redes y el internet crea personas más dependientes a el, hasta el punto de buscar una innovadora forma de trabajar fuera de la oficina y dentro de la web, donde ellos se vuelven sus propios jefes, pues en realidad no le deben cuentas a nadie, poseen su propio horario de trabajo y solo deben conectarse a internet. A esto se le llama “economía gig”, pero tiene deficiencias.

La protección social no existe en estos casos, no existen ahorros para más tarde en la vida, las enfermedades las cubre la misma persona, la perfección pronto deja de ser tan idílica.

Muchos profesionistas se preparan día a día para el mundo competitivo y cada día más demandante en cuanto a profesionalismo y preparación, organizando su tiempo y desarrollando habilidades que los hará indispensables para un equipo de trabajo.

Por otro lado se encuentran los jóvenes emprendedores que ganan dinero desde su casa y sus ganancias son mucho más altas que las de un empleador, mientras se mueven por el mundo digital como peces en el agua.

Los dos perfiles son parte de la economía gig, que quiere decir: economía colaborativa, o economía de los freelance, la cual ha generado una serie de empleos impresionante en la última década.

El termino gig se les da a partir de la época de la música jazz, ya que los cantantes se ganaban la vida con el dinero que recibían en cada presentación, algo que hasta la fecha sigue pasando, ahora con profesionistas.


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América Latina comienza a ser parte del movimiento, ya que según Cesar Buenadicha, especialista líder del Fondo de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo (FOMIN), ya se percibe un crecimiento a la fecha con AirBnB y Uber, principalmente en Brasil y en México.

Muchos piensan que la economía gig es positiva porque no es regulada, creando espacios para dejar a sus propios usuarios tomar decisiones creativas.

POB/GECR