Una historia con origen mexicano
Su historia está documentada desde la época prehispánica, en los tiempos del auge del imperio Azteca, cuando esta especie era llamada cuetlaxochitl, que en náhuatl significa “flor que se marchita” y era considerada un símbolo de pureza, aunque también se empleaba para curar algunas afecciones de la piel.
De acuerdo con la investigación titulada Datos históricos y diversidad genética de las nochebuenas, publicada en la Revista Mexicana de Biodiversidad, la planta de nochebuena era cultivada en los jardines de Nezahualcóyotl y Moctezuma. Años después fue incorporada por los frailes franciscanos de Taxco a la celebración del nacimiento de Jesús, debido a que su época de floración coincide en fechas de festividades decembrinas.
Sin embargo, el conocimiento de esta planta a nivel internacional ha sido atribuida a Joel Roberts Poinsett, Primer Ministro de los Estados Unidos en México en 1825, gracias a que envió los ejemplares a su país.
Una vez que la nochebuena llegó a los Estados Unidos se comenzó a escribir sobre la peculiar planta de flores rojas proveniente de México, pero allá fue presentada con el nombre de Poinsettia pulcherrima, en reconocimiento a Poinsett.
Las nochebuenas que fueron introducidas a Estados Unidos y al resto del mundo han sido modificadas por el manejo local, mejoramiento genético y biotecnología, lo que ha dado origen a más de 300 cultivares.
Creación de variedades genéticas
En los últimos años, 90% de la producción florícola del país se destinó a satisfacer el mercado local y nacional, principalmente a las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey; y solo 10% de la producción se exportó como flor de corte y esquejes.
Esta poca exportación se debe a que en la mayoría de las especies se depende en 100% de las variedades mejoradas que se importan de otros países como Estados Unidos, tanto como propágulos o como semillas; esto crea una dependencia del exterior por material vegetal e incrementos en los costos de producción.
El mejoramiento genético de nochebuena ha sido efectuado en países como Estados Unidos, Francia, Noruega, Austria y Alemania, donde se han generado variedades cuyas principales características son la resistencia mecánica al transporte, resistencia al frío, color, forma y tamaño de las brácteas novedosos, el porte y el vigor de la planta, reducción a la sensibilidad al etileno y mayor duración de las brácteas.
Víctor Rosas Espinosa, quien se dedica a la producción de nochebuena desde 1996 en la región de Xochimilco, señala que, a lo largo de los años, se han introducido diversas variedades de esta planta y año con año van evolucionando.
Aseguró que estas variedades se diferencian principalmente en el color. Hay distintos tonos de rojos, algún rosa marmoleado o un rojo muy intenso. Aunque el mercado en México domina la preferencia por el rojo, es el gusto especial que tienen los mexicanos.
Relató que por las variedades importadas que utilizan, no pagan regalías a las empresas extranjeras, debido a que, por ser México centro de origen de nochebuena, les dispensan ese cobro.
Aunque México es productor y exportador de nochebuena, carece de material vegetal mejorado o semilla mejorada y debe adquirirlas de otros países. En Estados Unidos un esqueje de nochebuena cuesta 10 centavos de dólar; sin embargo, en México dicho esqueje cuesta en promedio 20 centavos de dólar, debido al pago de regalías a las empresas que generaron las nuevas variedades.
Pese al costo de adquisición, las variedades de nochebuena importadas presentan problemas como falta o exceso de crecimiento vegetativo, inicio de floración temprana o falta de pigmentación en las brácteas. Lo anterior ha sido señalado como consecuencia de las diferencias climáticas entre las zonas de producción y las áreas donde se generaron estas variedades.
Por esta razón, los investigadores mexicanos han expresado la necesidad de generar variedades en cada país, como México es su centro de origen tiene la ventaja de que cuenta con plantas silvestres y variedades denominadas de sol, que crecen y florecen en condiciones de sol en jardines, que han sido domesticadas rudimentariamente en jardines caseros, considerándose cercanas a las nochebuenas silvestres.
Las primeras cruzas de investigadores mexicanos
Aunque todavía son pocas las investigaciones sobre mejoramiento genético de la planta de nochebuena en México, en centros como el Campo Experimental de la Facultad de Ciencias Agropecuarias en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, se han realizado diversos proyectos que prometen generar variedades nacionales.
Uno de ellos es en el que participó la doctora María Andrade Rodríguez, llamado Producción de frutos y calidad de semilla en cruzas de variedades de Euphorbia pulcherrima Willd. ex Klotzsch.
Comenzaron con el proyecto en 2011, pero encontraron que no existían las bases para iniciar el proceso de mejoramiento genético ya que, para hacer cruzamientos e hibridaciones para producción de semilla, primero era necesario conocer la fenalogía de la floración de la nochebuena, algo que no estaba disponible en documentos publicados.
Tras este estudio preliminar se detalló que las variedades que se pueden usar como hembras son las variedades de sol o de jardín porque las de invernadero no retienen el fruto.
Otra de las conclusiones fue que las plantas que pueden fungir como hembra son las variedades nacionales como Belén, Amanecer navideño y Juan Pablo, que tienen flores hermafroditas; y hay otras dos, la Valenciana y Rehilete, pero esas no producen flores.
De acuerdo con Andrade, el interés de generar variedades reside en que México es de los principales productores de nochebuena, pero todas las variedades que se producen en invernadero son importadas.
Víctor Rosas resalta la importancia de que existan variedades registradas mexicanas porque, además del reconocimiento que implica, sus costos de producción disminuyen.