Al restaurar libros, en la Biblioteca Palafoxiana, fue encontrada una carta de una mujer que pedía la disolución de su matrimonio en el siglo XIX.

La carta, cuyo remitente era de Ana María “N” (se guardará su anonimato), iba dirigida a Ramón Ibarra González, último obispo y primer arzobispo de Puebla. En el escrito, la mujer pedía a la autoridad eclesiástica su intervención para el divorcio.

En entrevista con Poblanerías en línea, Diana Isabel Jaramillo, directora de la Biblioteca Palafoxiana, platica que la carta fue encontrada en el libro Opera Omnia de Aristóteles.

La misiva estaba como un marca páginas en el libro; sin embargo, al no tener un exlibris (marca del propietario del libro) no se sabe con exactitud a quién pertenecía; aunque, por la época, Diana Jaramillo cree que pudo haber sido del arzobispado de Puebla.

Han publicado en redes sociales, la fotografía de un hallazgo importante ¿nos puede decir cuál fue y describir?
Es un hallazgo de un “testigo”. Se llama así a todos los –marca páginas– que se encuentran entre los libros, que hasta la fecha siguen utilizando para eso; para marcar la página donde se quedaba la lectura o bien para guardar un recuerdo sentimental: ya fuera una flor, una planta para que se secara, incluso alguna envoltura de dulce o chocolates u hojas de tabaco, se guardaban entre las páginas y estos testigos siempre son interesantes hallazgos bibliográficos, porque dependiendo de la época, también nos dan pistas sobre la vida cotidiana y privada de la sociedad en la que se encontraba el lector.
¿Cuál fue ese –marca páginas– que encontraron y en dónde?
Se encontró en un libro del siglo XIX […] estamos restaurando una serie de libros […] Se encontró en este, que además es interesante, se llama Opera Omnia y es de Sam Bonaventura, en el que se estudia la teoría de la filosofía de Aristóteles.
¿Y este libro se estaba restaurando?
Así es, se ve que en varios años o décadas, no se había hojeado, no se había leído completamente. Y entonces encontramos en esta restauración una carta de principios del siglo XX, de una mujer poblana que le escribe al obispo Monseñor Ibarra y González, que además es un gran personaje dentro de la historia eclesiástica y de Puebla. Es nombrado “venerable”, es decir, después de ser “siervo de Dios”, por todas sus virtudes que sus fieles fueron testigos de ellas; lo nombran “siervo de Dios” y después “Venerable”, antes de ser Beato.
Todavía su causa está abierta. Entonces no es menor el remitente y el destinatario de la carta.
¿De qué se trataba la carta?
Es una petición de una mujer, para que el obispo la ayude a que se disuelva, por fin, su matrimonio. Si recordamos, la disolución del matrimonio en la época novohispana, solo podía ser disuelto por la ley eclesiástica, por la iglesia hasta 1859. Y se daba la separación de cuerpos, pero el matrimonio no se disolvía hasta la muerte.
La iglesia te daba la absolución, el tribunal eclesiástico, dependiendo de las causas se determinaba disolverlo, pero uno estaba casado hasta la muerte.
De 1859, que ya entran las leyes de reforma, hasta 1914, con Carranza, entra el divorcio civil, bueno, separación, por parte del Estado, que aprueba disolver el vínculo, pero igual continúa estando casados, o sea, todavía no hay separación. Y hasta 1917 se da la ley en que el divorciado, incluso se puede volver a casar.
Son tres etapas importantes que nos ayudan a entender, cómo era un poco la vida privada y cuáles eran las costumbres de la época, 1900 pues es una época compulsa, antes de la Revolución, en la que las mujeres empiezan a adquirir más derechos, sobre todo en cuestión de libertad.
¿Qué tan común era la petición de la carta o al revés, qué tan única es? Es una carta sobre un divorcio.
No es común, insisto, por estas costumbres y la ley que en ese momento regía a México, que todavía no había una separación total del vínculo matrimonial y realmente, para solicitar el divorcio, sí se requería un proceso largo en el que tuvieran que presentarse varias pruebas; el divorcio –hipsofacto– de ahora, era impensable y sobre todo si venía de parte de la mujer.
¿Esta carta puede influir en esta época?
Claro, la historia de las mujeres y más en una época tan compulsa como que estamos viviendo ahorita, pues son ejemplos y nos dan las pistas de una sociedad que, hasta ese momento, era principalmente un patriarcado. Y para las mujeres, apenas comenzaba la lucha de derechos y la lucha de espacios privados y libertad.
Por eso también es curioso que se encuentra en un libro que explica a Aristóteles, es también la vinculación de la lectura y del tipo del lector el que nos da este hallazgo bibliográfico.
¿Podríamos averiguar cómo llegó la carta al libro o a quién perteneció el libro?
Este libro no tiene un exlibris, entonces, no tenemos certeza de quién era el dueño del libro; es parte de una colección, son 4 tomos en total. Opera Omnia, es decir, toda la obra respecto a la traducción y estudio de la teoría filosófica de Aristóteles. No sabemos en qué momento llegó a la Biblioteca Palafoxiana […] pero si la carta tiene de destinatario, a Monseñor Ibarra, quiere decir que el dueño del libro o el lector, era parte del arzobispado de Puebla.
Es decir, sí recibió esta carta el obispo.
Así es.
Y habrá que saber qué determinó.
Exactamente, cuál fue el fin del proceso, a ver si sí ayudó a esta mujer; que ya al escribirle a él, es el último proceso desesperado: escribirle a la máxima autoridad para que ya le disuelva algo; ya entregó todo, todas las pruebas para disolver su matrimonio, ya era la etapa final de la desesperación; habría que investigar si sí llegó a buen fin el caso.
Entonces, ahora que se almacene de nuevo el libro ¿va a ir con todo y carta?
Así es, por eso se le realiza un sobre […]y se pone en la misma página donde se encontró y en el registro, que son fichas, se pone que hay un testigo, en este caso la página 302, para que cualquier investigador que después requiera, podrá tomarla y estudiarla.

Colaboradores:

Juan Carlos Sánchez Díaz: Entrevista/ Video
Pablo Spencer Castells: Video/ Fotografía
Lizeth Flores Jácome: Texto introductorio


POB/JCSD