La revolución de la educación sexual se remonta a finales de la década de 1960 principios de 1970 en Estados Unidos cuando ocurrió la llamada “Revolución Sexual”. Este movimiento se centraba, justamente, en el goce libre de la sexualidad humana, pues en los años de la post-guerra el fin único que se le veía a esta práctica era la reproducción. Se vio influenciado, entre otros, por el movimiento “hippie”, el movimiento de liberación de la mujer, figuras como Hugh Hefner (PlayBoy) y Bob Guccione (Penthouse).

En México fue hasta mediados de 1970 que se comenzó a dar educación sexual, esta era muy básica y tocaba temas como cambios físicos en niños y niñas, coito, fecundación y embarazo y la correcta higiene de los respectivos genitales. Hoy en día la evolución de las tecnologías nos ha permitido tener un acceso fácil a una cantidad de información y sitios inimaginable. Entre estos sitios se encuentran los que se dedican a publicar videos pornográficos, definiendo pornografía como “presentación abierta y cruda del sexo que busca exitación” de acuerdo con la Real Academia Española (RAE).

Ante esta facilidad de acceso a información de carácter “fuerte” han nacido una serie de propuestas que pintan a la pornografía como una forma de enseñanza sobre sexualidad y sexo. Por ejemplo, en Dinamarca se propuso llevar pornografía al salón de clases como apoyo a las clases de sexualidad, en Noruega se lleva a cabo un programa en televisión pública llamado “Newton” que cumple la misma función, en España se inició la página PornoEducativo la cual cuenta con materiales, cursos e incluso un exámen,  finalmente en México la Fundación Marie Stopes creó el movimiento “PornEducation”, la cual a través de un video interactivo busca, nuevamente, educar sobre sexualidad.

Lo que intentan estas propuestas es que la pornografía no se vuelva una fuente de educación sexual ya que muchas veces hipersexualiza las situaciones además de que puede llegar a crear un mundo de ciencia ficción alrededor del sexo.

 


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POB/JMVA