Él es una de las joyas basquetbolistas en Puebla, una figura dentro y fuera de la duela. Por tradición, herencia y pasión ha pivoteado el balón desde pequeño. Iván Montano es una institución, que creció con el balón entre los pies y planea seguir rebotando sus metas.

La historia detrás de la casaca número nueve tiene muchas aristas, que inician en Xalapa y llegan a Puebla para cumplir sus sueños. Hoy estudia Ingeniería Industrial, está becado y juega en uno de los equipos de baloncesto más importantes de la entidad: Las Águilas de la UPAEP.

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Foto: Juan Carlos Sánchez Díaz
¿Quién es Iván Montano?
Antes de ser un deportista es una persona dedicada, que es muy responsable con lo que hace y lucha por ello, que no se da por vencido fácil. Un joven que ha pasado por varias cosas en su vida, que ha logrado cosas pero aún no está conforme.
¿Cómo surgió el básquetbol en tu vida?
Vengo de una familia basquetbolera, desde mis papás han jugado y yo tengo hermanos mayores que jugaron en sus respectivos tiempos y creo que ya es algo de familia, que mejor que vivirlo ahora conmigo.
Un evento que marca el salto de categoría fue la Copa Nájera Telmex, ¿cómo lo viviste?
Fue un cambio. Ahí me di cuenta que el básquetbol no solo era un hobbie para mí, sino un estilo de vida. También de alguna manera ayudar a mis papás económicamente para tener una buena educación, consiguiendo una buena beca y pues en mis planes está también que el básquet me dé para estar en otro país jugando, estudiando, o lo que venga. Y yo creo que la Telmex Nájera fue el cambio de ver el juego ya en un aspecto físico y táctico. Yo creo que fue pasar a un mayor nivel para poder dedicarme a esto.
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Foto: Juan Carlos Sánchez Díaz
Brincando un poco las etapas, ¿alguna vez soñaste estar en la selección mexicana?
Sí, sin duda alguna. Yo creo que cada joven que inicia jugando algún deporte, porque no me refiero nada más al básquetbol, inicia con ese sueño. Conforme vas creciendo te vas dando cuenta de cómo se maneja, pero sin duda fue una ilusión, un sueño, un objetivo, que al final de cuenta se cumplió, pero uno no queda satisfecho y quiere más.
¿Cómo fue la Selección Mexicana con la sub 16?
Fue algo único que rebaso las expectativas, tanto en la preparación, poder compartir con todos esos jugadores, que alguna vez en la cancha los vi como rivales y después, todos en un mismo cuarto, conviviendo y hablando de las experiencias, de los diferentes puntos de vista, de cómo se trabaja en su estado, de cómo fue la preparación.
Ya en el torneo nos preparamos muy bien. El coach Néstor de Veracruz hizo un muy buen trabajo y también la dinámica en la que todos nos pudimos formar para hacer equipo fue muy importante. La verdad una experiencia muy bonita, mi primera Selección Nacional, el debut. En lo personal fue un torneo muy bueno, las estadísticas con buenos números, pero más que nada la experiencia es lo que se lleva uno.
¿Cómo fue el debut en la Selección Nacional?, ¿qué pensaste cuando oíste tu nombre en los altavoces?
Creo que es algo único escuchar tu himno en otro país. Yo recuerdo que en ese momento, escuchándolo, se me vinieron muchos recuerdos, muchos sueños de chiquito y estarlo viviendo ahí es una alegría enorme, una motivación porque ya no es estar representando solo a tu familia y equipo, sino a una nación entera.
El número nueve, que portas, es algo constante en tu carrera, ¿qué significa?
El nueve yo creo que ha sido desde pequeño, desde que tengo memoria. Lo elegí por un jugador de los Halcones de Xalapa. Todas las vacaciones veía sus juegos, era el mejor lugar para el básquetbol. Yo creo que la mitad de la plantilla eran jugadores de la Selección Mexicana. Me tocó ver a Bayón jugando con ellos, a los que ahorita están: Orlando Méndez, Lorenzo Mata, el “Peri Meza”, Victor Mariscal, entre otros. Había un jugador en particular que era norteamericano, se llamaba Sam Bowie, el comentarista de ahí le decía el “showtime”. Tenía un juego único y pues de chiquito él fue mi ídolo; de él tome el número para que con el tiempo yo volviera a recordar mi infancia y el lugar donde empezaron cada uno de mis sueños.

 


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Foto: Juan Carlos Sánchez Díaz

¿Cómo llegaste a la UPAEP?
Yo terminé con la Universidad Madero y llegaron las ofertas, pero pues no solo de UPAEP, sino de otros lados, otras universidades, pero yo sabía que no podía desaprovechar a las Águilas. Recuerdo como Javier (Ceniceros) me invitó un día a desayunar para que platicáramos, fue una conversación donde casi el 100% se habló de básquetbol, pero no del mío, ni de un futuro con las Águilas, más bien compartiendo experiencias.
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Foto: Juan Carlos Sánchez Díaz
Y en la ingeniería industrial, ¿cómo vas?
Bien, un poco complicada, no tanto la carrera, más bien el estilo de vida. Creo que la forma de vivir de un estudiante atleta es complicada, sobre todo por las giras y presentaciones. Hay veces que perdemos clases y eso nos obliga a levantarnos, hacer exámenes y presentar los trabajos, pero la Carrera es algo necesario, que todos debemos de tener, respaldarnos en lo que queremos ser.
Hablando hacia el futuro, ¿te ha pasado por la mente ser coach?
Me gustaría en un futuro. Me gustaría compartir todo lo que el básquetbol me dio, porque no solo te da experiencia, te da amigos, el tiempo para conocer, las oportunidades que te crea, la gente que conoces y me gustaría en un momento compartir todo.

Para la reflexión queda el camino y las vivencias.


POB/AAG