
Fue hace una semana, cuando nos enteramos del asesinado de dos hermanos, de nombre Saúl e Ivonne, en un asalto a un mini súper que atendían.
Si usted se ha preguntado por qué he escrito primero el nombre de él y luego el de ella, se lo explicaré con el desarrollo de las siguientes líneas, porque de eso trata este análisis.
La violencia que estamos viviendo en el país, se ha normalizado. Es común que diario leamos, veamos y escuchemos en los diferentes medios, de un ajuste de cuentas, asaltos, linchamientos y asesinatos. Lo peor es cuando por razones de odio, se realizan estos crímenes.
Desde hace varios años, ya existen activistas y analistas que, tratan de concientizarnos en este tipo de ilícitos. Últimamente, el tema ha sido el feminicidio –en el peor de los casos– o la violencia contra la mujer, en un punto de menor magnitud, pero igual de reprobable.
Generar campañas o estrategias, para poder reducir este tipo de violencia, no solo es válido, es y será necesario.
Sin embargo, hay un punto donde no concuerdo. Algo me produce una comezón en la parte superior/posterior de mi cráneo, ¿por qué solo condenamos cuando la violencia es contra la mujer?
Antes de que me argumenten que de manera sistematizada, las féminas han padecido el machismo (en lo cual concuerdo) quiero plantear que la violencia, independientemente del receptor, es despreciable en todos los casos y es una incongruencia que, si la víctima es hombre, simplemente no se tome en cuenta.
Es como cuando autoridades, decide que “fue un ajuste de cuentas”, una balacera y acto seguido, deja de investigar lo sucedido; dejando de lado los llamados “daños colaterales”, que tan flamantemente repetía Felipe Calderón. Simplemente una patada en el orgullo.
He nombrado a este análisis, “También Saúl fue asesinado”, porque me sorprende y me indigna que, la gran mayoría de los titulares, a nivel local y nacional, destaquen la muerte de ‘Ivonne’ y la de Saúl, la refieran como “y a su hermano”.
También tiene nombre, tenía a los mismos padres, lo mataron en las mismas circunstancias y fue víctima de los mismos asesinos. Todo fue lo mismo, por qué solo destacar la muerte de ella.
Incluso la máxima casa de estudios, en su comunicado, destaca y pondera que exige el asesinato de ella y relegado en un segundo párrafo, se acuerdan que también murió Saúl. Pero como él no era estudiante de ellos, pues no era necesario indignarse.
No estoy de acuerdo con esos titulares que concluyen: “y a su hermano”. Y no puede ser la explicación que “pues así lo empezaron a manejar”. Qué falta de criterio.
No cabe duda que así como dice el dicho: “hasta en los perros hay razas”, aquí quepa, “hasta en los asesinatos hay prioridades”.
La polarización de la sociedad está tan marcada, que no es cuestión de “fifís” y “chairos”, de si se construye un aeropuerto o un tren, no; el hecho radica en forzar hacia lo destacado, la muerte de alguien, decidiendo con base en el género y que ojo, esa es violencia, justamente, de género. ¿Qué habría pasado si ambos hermanos hubieran sido hombres?
Pueden contactarme en: juancarlos@poblanerias y en Twitter, a través de:
Juan Carlos Sánchez Díaz es un periodista multimedia, director de Poblanerías.com y docente universitario. Ha colaborado en diversos medios y agencias de noticias nacionales e internacionales, así como en conferencias. Es Diplomado en Periodismo de Investigación por el CIDE; Master en Periodismo y Comunicación Digital por la UAB y Maestro en Comunicación y Medios Digitales por la UDLAP.
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POB/AAG