OPINIÓN: El episodio más oscuro de la NFL

La violencia doméstica se ha convertido en el episodio más oscuro de la NFL, sin que hasta el momento haya “mano dura” para sancionar a los agresores.

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En diciembre de 2018, Tyreek Hill estableció una marca en la franquicia de los Chiefs por “yardas totales en recepciones” en una temporada. Ningún receptor abierto de ese equipo había sumado tantas yardas por aire como él lo había logrado.

Y por si fuera poco, en la temporada 2018, se unió a la lista de jugadores en conseguir más touchdowns de mínimo 50 yardas, en sus primeras tres temporadas en la NFL.

Junto con Kareem Hunt, quien en 2017 encabezó la lista de yardas por tierra, Hill llevó a los Chiefs a dominar la conferencia Americana, por encima de los Patriots.

“Novatos de Oro” como Ezekiel Elliott, corredor de los Cowboys, quien en su debut en la NFL –en 2016– se convirtió en el jugador novato con más yardas terrestres en la historia del equipo.

Los tres jugadores han sido piezas claves, en diferentes circunstancias, para mantener a su equipo con una marca ganadora, logrando la admiración de cientos de fanáticos e incluso las buenas críticas de los analistas deportivos.

Sin embargo, comparten algo más que los logros y reconocimientos: la violencia doméstica, que se ha convertido en el episodio más oscuro de la NFL, sin que hasta el momento haya “mano dura” para sancionar a los agresores.


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La última temporada es un claro ejemplo de cómo la violencia ha escalado, al menos así lo veo con las dos estrellas de los Chiefs quienes le estaban dando una de sus mejores temporadas. Nadie paraba al trío Mahomes-Hill-Hunt.

Pero en noviembre de 2018, un video filtrado a través de TZM, mostró la agresión de Hunt a una mujer en un hotel en Cleveland.

Al hacerse viral, los Chiefs reaccionaron sacándolo de su plantel y vetándolo de la temporada. Pero para 2019, Hunt ha encontrado un nuevo hogar: los Browns de Cleveland, donde por cierto, ya tuvo recientemente un altercado.

Luego, en abril de este año, otro material filtrado mostró la brutalidad de Tyreek Hill. En un audio se oye la conversación entre él y su prometida a quien le advierte “Deberías tenerme miedo”.

“Nuestro hijo no te respeta, te tiene miedo, vive con pánico”, dice la mujer a Hill, quien agresivamente responde: “Y tú también deberías estar aterrorizada de mí”.

En marzo, la policía de Kansas inició una investigación por violencia infantil y se señala al receptor de haberle fracturado el brazo a su hijo de 3 años. 

Tras conocerse el hecho, la NFL anunció como castigo la suspensión de cuatro partidos, mientras que el equipo decidió mantenerlo separado, previo a la pretemporada.

Tanto en el caso de Hunt como Hill, Chiefs estaba al tanto de las agresiones, antes de que salieran a la luz.

Por último, Ezekiel Elliott, fue investigado en 2017 por las agresiones físicas contra su ex novia y se le impuso como castigo la suspensión de seis partidos para la temporada 2018.

En días recientes, tras reunirse con el comisionado Roger Goodell, Elliott “prometió” mejorar su comportamiento para “evitar más problemas”, esto tras la agresión a un guardia de seguridad en un festival de música en Las Vegas, donde fue esposado.

“He trabajado duro para tomar mejores decisiones y cumplir los altos estándares que se esperan de mí (…) Fallé en hacer eso y tomé una mala decisión”.

Tras ver estos episodios de violencia me pregunto: ¿Qué queda tras la exposición de los agresores? ¿Es un asunto de las ganancias que cada uno pueda representar? ¿De verdad esta liga multimillonaria lo necesita? ¿Cuándo habrá un castigo ejemplar? ¿Será hasta que alguien muera?

El caso de violencia más recordado es el de Ray Rice, ex jugador de Ravens, quien fue grabado dando una golpiza a su esposa en un elevador.

El caso fue tan mediático que Rice no ha vuelto a jugar.

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Lizeth Flores Jácome es periodista, jefa de edición de Poblanerías. Tiene una amplia experiencia en la cobertura de eventos nacionales e internacionales. Desde foros, procesos electorales, ferias y justas deportivas.


POB/LFJ