En el mundo, artes marciales como karate, krav magá, jiu jitsu, entre otras, son utilizadas como forma de defensa personal, con el objetivo de aprender movimientos útiles que ayuden a saber reaccionar ante alguna situación de peligro.
Esta misma filosofía es adaptada para crear la autodefensa feminista, que no es lo mismo que defensa personal, pues la autodefensa feminista es exclusiva para mujeres, explicó Gabriela Cortés Cabrera, de la organización feminista El Taller de las Nahualas.
La organización española Euskal Herriko Bilgune Feminista define la autodefensa feminista como:
“Todas esas herramientas, actitudes y reacciones necesarias que nos permiten llegar a la raíz de la violencia y poder acabar con ella. Esta supone la concienciación de la sociedad sobre los diferentes roles asignados en dependencia del género. Además supone el refuerzo de nuestra autoestima”.
Cuando se habla de autodefensa feminista, se abordan varios temas, ya que no solo es aprender a reaccionar solo con golpes, pues lo que se busca es tratar desde el fondo los aspectos de la vida de una mujer.

Lo anterior, lo menciona Maitena Monroy Romero, experta en violencia sexista, en su ensayo “Curso de autodefensa feminista para mujeres”, una guía para entender este término.
Se empieza trabajando en el análisis de la sociedad y de la mujer de sí misma. El primer paso es identificar los tipos de violencia sexista que hay en el entorno y que han estado presentes de forma cotidiana, sin notarla:
1. Violencia simbólica
Se entiende como aquella que se ejerce a través de los patrones culturales y de la imposición del género, es decir, lo que se espera acerca de cómo debe ser una mujer ante la sociedad.
Algunos elementos que generan en las mujeres sentimientos de vulnerabilidad e inseguridad se encuentran:
- La no apropiación del cuerpo: culturalmente el cuerpo de la mujer sigue siendo visto como una cosa para el disfrute del sexo masculino.
- La culpa y la vergüenza: son utilizados como elementos para afirmar que la violencia recibida es “merecida”, porque han escuchado o leído a una persona preguntar a una víctima “¿qué traías puesto?” o “¿qué estabas haciendo?”, lo que causa, una vez más, inseguridades.
- “El terror sexual”: las mujeres son educadas bajo el argumento de que si no se cuidan lo suficiente, algo les puede pasar. Esto les quita la libertad y les da una responsabilidad que, además, logra que renuncien a su libertad sexual.
- La construcción de la dependencia emocional: los hombres son vistos como esa autoridad y seguridad, lo que hace que, ante el mundo, la mujer siempre necesite de un varón para estar “completa”.
2. Violencia estructural
Es la violencia que se ejerce a través de los roles de género que existen en la sociedad, acompañados de las brechas que existen entre ellos. Por ejemplo, las diferencias de salarios en los trabajos o lo que es “adecuado” para una mujer que quiere estar fuera del hogar.
3. Violencia directa
Son todas las expresiones de violencia que se ejercen directamente por parte de hombres sobre mujeres como los gritos, golpes, la trata, los abusos sexuales, la violencia sexual, etcétera.
Romper con estigmas
La autodefensa feminista, señala Gabriela Cortés, busca la reflexión para que las mujeres rompan con los estereotipos, las costumbres y tradiciones que les han enseñado por muchas generaciones.
“Tenemos que irnos quitando poco a poco todo esto que nos fueron imponiendo y descubrirnos nosotras. Porque ni si quiera nuestro cuerpo nos pertenece para hacer lo que queramos, y se puede identificar en la forma en la que salimos vestidas a la calle”, comenta.
El Taller Las Nahualas está formado por mujeres lesbianas, bisexuales y heterosexuales, que buscan romper con la heteronorma, es decir, lo que la sociedad ha dicho que tienen que ser.
Ellas se han dedicado a realizar cursos prácticos sobre la autodefensa feminista, en los que Gabriela Cortés hace énfasis que, se trata más de redescubrirse y recuperarse a sí mismas.
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Apoderarse de su cuerpo, tener confianza, seguridad y así, poder decidir qué es lo que quiere hacer con él. Que no importa el aspecto físico, si se es grande, pequeña, gorda, flaca; si tienen músculos, si hacen ejercicio o no; lo importante es saber que la mujer, como mujer, puede hacerlo.

Y encontrar en las mujeres mismas, una red de apoyo, donde se terminen las frases “el peor enemigo de una mujer, es otra mujer”. Generar las redes y/o formar parte de ellas para sentirse acompañadas y que, realmente, no tienen que competir.
“Consideramos que no solo es salir a la calle y dar golpes. Que también la autodefensa es a partir de como nos reconocemos libres”, dijo.
En este taller se nutre y se enseña con las experiencias de las mismas mujeres, porque todas han estado en una situación donde se sienten vulnerables en manos de un hombre.

Derivado de estas experiencias, también enseñan llaves, cómo y dónde se tiene que golpear y qué debe o puede hacerse en ciertas situaciones.
“Es importante dejar claro que, cualquier mujer puede defenderse, podemos trabajar esta seguridad y estar alerta. Que, cuando se empieza a trabajar en estos aspectos, se refleja incluso solo con la mirada y que puede transmitir un ‘te la vas a pensar si te acercas a mí’”, concluye Gabriela Cortés.
La autodefensa feminista es trabajar desde adentro, para que se refleje la seguridad que se tiene a la hora de los movimientos. Que las mujeres crean lo que realmente son y así, poder tomar el control de su vida y de sus decisiones.
Si te interesa conocer más sobre el feminismo y la organización de El Taller Las Nahualas visita su página de Facebook: El Taller AC
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