
Tras declarar los medios de comunicación estadounidenses la victoria de Joe Biden, el presidente Trump se ha visto derrotado y sin posibilidades de revertir este resultado.
Durante el proceso de conteo de votos, el mundo estaba expectante de los resultados en los Estados bisagra como es Pensilvania o Arizona, y las ciudades con un alto número de votos dentro del colegio electoral como es Texas y Florida.
Por un momento, las encuestas, los demócratas y la sociedad, observaban el resurgimiento de un fenómeno parecido a lo ocurrido en 2016 con Hillary Clinton, cuando Trump encabezaba los votos electorales de Estados clave y se llevaba una victoria inesperada. Pero, este año electoral era diferente en contexto y condiciones.
En primera estancia, Trump está en el peor momento de su mandato con una crisis sanitaria y una economía sin fuerza. El sector económico era uno de los puntos fuertes de esta administración presumiendo que Estados Unidos gozaba de la mejor economía de su historia.
Además, en 2016 Trump era un personaje enfocado exclusivamente al sector laboral blanco económicamente angustiado, con un fuerte énfasis en su retórica antiinmigrante dirigido hacia los mexicanos, fomentando el proteccionismo y vendiendo su personalidad como un millonario exitoso.
En cambio, en las elecciones del 3 de noviembre de 2020, Trump siguió ocupando su dialéctica populista acosando a las elites sociales y a los extranjeros; no obstante, el protagonista ya no era México sino China.
Asimismo, incitaba un probable fraude electoral debido al uso del voto por correo, sumado a una polarización social por su falta de empatía hacia el movimiento Black Lives Matter.
Por otra parte, el presidente Trump ocupó como mensaje electoral el subestimar el virus de COVID-19 haciendo caso omiso las recomendaciones de los expertos en salud como es el uso del cubrebocas.
Esto tenía un propósito claro: trasmitirle el mensaje a su padrón electoral ahora variado. Una de las diferencias más claras es la menor participación por parte del sector obrero blanco que en 2016 le dio la victoria.
A pesar de ello, este apoyo lo recibió del sector cubanoamericano en Florida y del mexicano-estadounidense del sur de Texas. Esto fue clave para que ganara el voto del colegio electoral de las dos ciudades, pintándolas de rojo.
Esto nos dice algo importante, los demócratas ganaron las elecciones principalmente por una mayor participación de su base electoral contrastado al caso del 2016.
En esta ocasión, el ejercicio electoral lo lideró el voto de las mujeres y el voto afroamericano a favor del proyecto demócrata, esto fue decisivo en el rumbo electoral.
Puntos clave a tomar en cuenta
Es claro que el trumpismo no ha muerto y no ha perdido fuerza, hubo 70 millones de americanos que votaron a favor del proyecto de Trump añadiendo su influencia dentro del Partido Republicano.
Una personalidad como Trump ha cambiado la manera de hacer política y ha normalizado políticas a favor del proteccionismo, el racismo, agradando a un sector social americano que se siente representado por su carisma.
El Partido Demócrata deberá tomar nota de la importancia del sector latino, ofreciéndole un mensaje más atractivo económicamente y tomando en cuenta que es la minoría más grande del país.
Joe Biden y Kamala Harris deberán unir a un país polarizado, enfrentar de manera más eficaz la pandemia, fortalecer la economía, reconstruir la política exterior y crisis climático en tan solo cuatro años.
Deberán tener resultados palpables y bien cimentados ya que, el presidente Donald Trump estará listo para encabezar las elecciones presidenciales en el futuro y será más fuerte que nunca.
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