En Puebla, el colectivo Equidad, Bienestar y Salud AC creó el grupo Hombres Trabajándose, con el objetivo de atender a hombres que voluntariamente quieren cambiar una actitud violenta a través de la reeducación de la masculinidad.

En entrevista con Poblanerías, José Gabriel Licea Muñoz, psicólogo y fundador del colectivo explica cómo funciona el proceso y la importancia que se tiene en la reeducación del hombre para terminar con la violencia.

Hombres Trabajándose Puebla es un grupo reeducativo para hombres que reconocen que están ejerciendo violencia y la quieren erradicar”.

Señaló que los talleres que se imparten se basan en el modelo del Centro de Capacitación para la Erradicación de la Violencia Intrafamiliar Masculina (CECEVIM), creado por el doctor Antonio Ramírez, de la asociación GENDES, especializada en el trabajo con hombres para la construcción de la igualdad de género y la no violencia.

Objetivo

El modelo tiene como finalidad erradicar en los hombres la violencia de género y la violencia en los hogares, sustituyéndolas con la parcialidad y actitud que es lo opuesto a la violencia.

Los hombres que deciden tomar esta terapia acuden –principalmente– por su voluntad, aunque también reciben a quienes que están pasando por un proceso judicial y deben reeducarse.

Gabriel Licea comenta que, en la primera sesión, se invita a conocer de qué forma se trabaja y será decisión de los asistentes continuar o no.


publicidad puebla
 

¿Cómo funciona?

El proceso de reeducación consiste en tomar tres ciclos donde se trabajan 16 sesiones durante cuatro meses, o bien, el tiempo que se requiera:

Ciclo 1: Se trabaja sobre el reconocimiento de por qué se ejerce violencia hacia la mujer.

Ciclo 2: Se plantean alternativas para ya no ejercer violencia.

Ciclo 3: Se planea la continuidad al cambio rompiendo conductas tradicionales.

Durante estas sesiones, es importante reconocer que, la voluntad es la que permite generar cambios y dependerá exclusivamente de ellos reconocerse como agresores.

Tipos de masculinidades

Las masculinidades no son algo biológico, son formas de comportamiento social influidas por el tiempo y la cultura, por eso, se habla de varias masculinidades:

1

Masculinidades Hegemónicas.
Reproducen la dinámica del patriarcado en las que los hombres dominan a las mujeres representada por hombres blancos, de clase media, mediana edad, alto nivel educativo, heterosexuales, proveedores principales de su hogar, prestigiosos.

2

Masculinidades Subordinadas.
Está representada por los hombres homosexuales ya que se les considera “femeninos”, lo que equivale a una categoría de hombre inferior en una relación de subordinación.

3

Masculinidades Cómplice.
No responde al modelo hegemónico pero colabora en su permanencia, por los beneficios económicos y simbólicos que le significan, no violenta a las mujeres, pero tampoco le interesa generar cambios reales para la igualdad sustantiva.

4 Masculinidades Marginidad.
Representada por los hombres pertenecientes a grupos étnicos que detectan menos poder en el contexto de la supremacía blanca.

El papel de la paternidad

Para el psicólogo Gabriel Licea, es erróneo pensar que son las mujeres quienes forman machos y la figura paterna no está ligada solo al padre, pues los hombres pueden encontrarla en otros lugares.

Aun cuando no exista un padre en el núcleo familiar por abandono, existen otros masculinos que se toman como modelos ya sean tíos, abuelos, hermanos, primos, escuela, medio social y de comunicación. Nos muestran modelos de la masculinidad que debiéramos ejercer y la mayoría de estos son violentos, basados en una cultura hegemónica”. 

Comentó que la paternidad se ve como una prueba de virilidad; después, como una muestra de ser buen proveedor y esto tiene consecuencias en poder mostrar relaciones sanas y amorosas con sus hijos.

Por lo anterior –dijo– es necesario promover la paternidad responsable, igualitaria, cuidadora, comprometida y amorosa para que la crianza de los hijos se desarrolle una cultura de no violencia hacia las mujeres.

En México el artículo 132, fracción XXVII bis, de la Ley Federal del Trabajo establece como obligación del patrón otorgar un permiso de paternidad de cinco días laborales con goce de sueldo a los hombres trabajadores, por el nacimiento de sus hijos y, de igual manera, en el caso de adopción de un infante.

El objetivo es que que los padres trabajadores dispongan de un tiempo para cuidar de sus hijos junto con su pareja, de los primeros días de vida de su bebé, con esta medida en favor de la igualdad entre mujeres y hombres que promueve las nuevas masculinidades.

Vivimos en una cultura que plantea los privilegios de los hombres ante una desigualdad con las mujeres y esto no favorece el desarrollo de la comunidad (…) reconocer nuestra violencia y trabajarla, es el cambio que tenemos que generar nosotros”. 

Contacto

Si te sientes enojado, frustrado, molesto, triste o en tensión, puedes contactar al grupo Hombres Trabajándose Puebla a través de:

 

 


POB/LFJ