
Como deseo personal, me encantaría que el espacio otorgado a esta columna, se convirtiera en una especie de aquelarre escrito, en donde la subversión y la alteridad sean los estandartes en los que coincidamos lectores, lectoras y todes aquelles que busquen un espacio de deliberación y debate, donde se aborde lo considerado “paria” (como el lenguaje inclusivo anteriormente usado), para, en colectiva (así con A), reflexionar a partir de la mirada concomitante de la que aquí escribe.
Sin duda, –y más que nunca–, existen numerosos espacios de “reflexión” y columnas de opinión que intentan retratar la “realidad” desde el lente personal de quien sostiene la pluma, muchos de ellos, son espacios que nos dictan exactamente qué pensar, qué sentir respecto a algún tema en particular, cómo interpretar esa realidad y hasta cómo reaccionar ante ella.
Nos hemos convertido en una especie de zombies programáticos para defender y difundir lo que consideramos como válido ante cualquier tema expuesto en medios, con argumentos a veces hasta contradictorios, solo porque los vimos en un artículo o columna de “x líder de opinión” (o hasta en un meme), y que coincide exacta y perfectamente con nuestro pensar, sentir o actuar.
Por lo tanto, si coincide con mi criterio y con lo aprendido hasta ahora, es válido, y si no, lo desecho y hasta lo desacredito. Esa desacreditación “per se”, es precisamente la que busca esta columna, que pretende cuestionar temas tan normalizados, pero, no por ello, absolutamente verdaderos.
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Justo por lo anterior, es que este espacio surge con la idea de cuestionar lo establecido y considerado como legítimo, desde un enfoque que, desde ya, se pone como accesorio principal las gafas violetas, con la finalidad de abonar desde la otredad, al autocuestionamiento que nos enfrente con los espejos de la cotidianidad.
Conciliábulo (nombre de esta columna), es sinónimo de aquelarre, es decir una celebración nocturna de brujas, calificativo tan temido por mujeres en el pasado, y que, en la actualidad, a algunas nos da identidad y fuerza.
Mi propuesta introductoria para este espacio afloja-plumas, es que se convierta en una celebración diurna o noctámbula escrita, en donde a través de la identificación que cada una, uno o une pudiera sentir con lo aquí publicado, podamos reflexionar, revelar y delatar en conjunto, nuestras más arraigadas creencias, que en ciertas ocasiones son hasta totalitarias, esas que, por algún miedo oculto o indescifrable, no logramos cuestionar o expresar ni de manera personal con nuestra propia consciencia, y, mucho menos, de manera pública. Este, para mí, será el lugar perfecto para hacerlo…
Este desahogo escrito, les interrumpirá de manera más o menos frecuente a través de este maravilloso medio que es Poblanerías –al que agradezco profundamente el espacio–. Y ya que osará interrumpirles, espero de verdad que se convierta en un medio para la reflexión colectiva, en donde de la mano, nos ayudemos a deconstruir nuestras creencias más arraigadas, para dar la bienvenida a la subversión mental.
Al menos eso, se intentará…
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POB/LFJ