
De acuerdo a la Encuesta Nacional Sobre el Uso del Tiempo (ENUT 2019), las mujeres dedican 30.8 horas en promedio a la semana al cuidado de menores, personas enfermas, con discapacidad y adultas mayores; mientras que los varones destinan 19.3 horas, estadísticas que reflejan la gran disparidad que existe en los roles dentro de las familias.
Por otra parte, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en 2019, el 73% (36.2 millones) de las mujeres de 15 años y más residentes en nuestro país, tuvo al menos una hija o hijo nacido vivo, de ellas el 9.9% son madres solteras, es decir más de 358 mujeres.
Estos indicadores muestran la disparidad que existe entre las labores y responsabilidades que recaen sobre las mujeres y las que ejecutan los hombres.
Sin embargo, todos los esfuerzos, iniciativas y trabajos que se hacen desde el ámbito de gobierno (ya sea federal o local), son acciones dirigidas únicamente a las actitudes de cambio del tipo “dejar de ser violentos”, “gritar menos en la casa”, entre otras, dejando de lado la transformación, o como dicen los que saben, la deconstrucción del concepto de masculinidad.
Si bien es urgente erradicar la violencia hacia la mujer en todas sus formas, el centrarse exclusivamente en este problema, deja de lado el poder atender de manera holística las nuevas masculinidades y trabajar de manera integral la desigualdad de género.
Por ejemplo, el caso de la paternidad responsable, la cual busca poner la atención en modificar la idea de qué es ser padre, desde el constructo patriarcal.
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Las leyes que ciertamente significan un avance en la garantía de los derechos de las niñas y los niños, únicamente contemplan sanciones enfocándose en el tema de manutención; no obstante, omiten hablar sobre la participación del varón en la crianza los hijos e hijas.
Podemos apreciar este enfoque en la fracción I del artículo 98 de la Ley de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Puebla que concierta que las obligaciones de los padres hacia las y los menores de edad: “comprenden esencialmente la satisfacción de las necesidades de alimentación y nutrición, habitación, educación, vestido, atención médica y psicológica preventiva integrada a la salud, asistencia médica y recreación”, mas no habla del tema central que es la corresponsabilidad en la crianza entre la madre y el padre.
Es entonces imperante implementar políticas públicas, leyes y acciones que aborden el tema, tarea nada fácil. Las propuestas al respecto han sido escasas hasta el momento, pero se debe concebir en comunión entra la sociedad civil y gobierno.
Por ejemplo, se pueden aprovechar las organizaciones vecinales, gremiales y civiles, si el personal de las dependencias se encuentra sensibilizado en el tema; si los niños, niñas y jóvenes que asisten a las escuelas son educados en sus derechos, si los hombres de la comunidad son invitados a participar en las acciones emprendidas desde el gobierno, entonces nuestra sociedad podrá ir construyendo a largo plazo, relaciones entre los hombres y sus hijos e hijas dentro de su comunidad.
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Queda mucho trabajo por hacer, sin la participación de la sociedad, todas las leyes y acciones estarán dictadas desde la visión patriarcal que es la que nos gobierna y la que evita sistemáticamente terminar con la desigualdad de género.
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Edgar Ortega es Economista por la BUAP, miembro de iniciativas ciudadanas como Ahora y Sumamos. Especialista en estudios de mercado y política pública. Director general de Methodica y director de proyectos de A&J Consultores. Hijo del patriarcado tratando de deconstruirse.
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POB/LFJ