
Las relaciones sexuales fuera del matrimonio o de la relación entre una pareja, han sido culturalmente reprobadas. Y por tanto sujetas a la pretensión legal, formal u oficial de descalificarlas, reducirlas, omitirlas, negarlas, o pretender olvidarlas o que no existen.
Que no forman parte de una sociedad que debe reglamentarlas y controlarlas. Como a cualquier actividad económica y de compra y venta.
La prostitución, la compra-venta de favores u obligaciones sexuales siempre ha existido en la historia de la humanidad.
En la antigua Roma, los burdeles estaban atascados de prostitutas que sin vigilancia y sin sanciones ejercían su actividad a cambio de dinero.
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La Grecia antigua no escapa a esta socorrida actividad, aunque, para beneficio del estado griego, estaba regulada y ellas o sus proxenetas, debían pagar un impuesto. Heteras o meratrix, esos nombres recibían, estaban registradas y debían cumplir obligaciones.
Trato diferente en Roma y en Grecia.
Aquí cerca, en España, La Nueva España, Islas Filipinas, Honduras, Nicaragua y Guatemala tenían la particularidad de estar sometidas a prácticas religiosas.
El “Delito de Solicitación” fue común y recurrente en la época colonial. La confesión ante el sacerdote, implicaba el “riesgo” de que la penitencia para los “pecadores” fuera, por orden del cura, exponerse a “actos torpes y deshonestos con él o terceras personas”.
Favores o condenas sexuales que eran el camino a la absolución. La Santa Inquisición lo combatió durante tres siglos, pero no pudo acabar con esa “penitencia”.
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Sobre todo porque el Santo Oficio lo consideraba solo una “debilidad carnal y necesidad de afecto y cariño” por parte del sacerdote implicado.
Solo un ejemplo.
Mantener esa actividad escondida, pretender ignorarla y no enfrentarla en atención al beneficio social, de compradores y vendedoras de favores sexuales, en pleno siglo XXI, es ignorancia y un retorno a la Edad de Piedra.
Seguiré insistiendo. Regularla, atenderla para beneficio de vendedoras y compradores, para evitar la explotación, cuidar la salud, evitar robos, rodearla de medidas legales y de protección, de obligación para quienes venden y quienes consumen, deberá ser una prioridad para el gobierno municipal que encabeza Eduardo Rivera Pérez.
Es cuanto.
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POB/AAG