
Una profesora de educación primaria de la Ciudad de México estuvo a punto de lanzarse desde uno de los balcones de la escuela donde labora; los cuerpos de rescate pudieron detenerla a tiempo, antes de que atentara contra su vida.
Según informaron las autoridades, la docente había sufrido una crisis nerviosa que la llevó a este hecho, mismo que ocurrió terminando el horario de clases.
Independientemente de que este suceso haya ocurrido en la CDMX, nos alerta sobre la situación que atraviesa la comunidad educativa en general, derivada de la pandemia y todo lo que ha traído consigo: estrés, depresión, ansiedad, son los principales padecimientos detectados por psicólogos y la Secretaría de Salud Pública.
Los mismos datos de la dependencia indican que los trastornos de ansiedad detectados desde marzo de 2020 a la fecha, han afectado en mayor medida a las mujeres.
Es necesario que las autoridades educativas atiendan la situación que padecen no sólo sus alumnos, sino también sus docentes. La mayoría de las escuelas privadas que regresaron a las clases presenciales han incrementado su atención psicológica hacia sus miembros, pero esto no pasa en ninguna de las escuelas públicas del país.
Profesores de educación pública y estudiantes enfrentan situaciones más complejas debido a la falta de asesorías psicológicas y tratamientos necesarios para asistir las enfermedades mentales que ha dejado la crisis sanitaria.
Hasta el momento no se cuentan con cifras de cuántos docentes han sido atendidos por crisis emocionales de cualquier tipo, sin embargo, sabemos de antemano que muchos la han pasado muy mal.
Te puede interesar: OPINIÓN: El caminero, las minas y el dinero
Y si esto ocurre con profesores y profesoras, imaginemos cómo están los estudiantes. Urge atender a la comunidad educativa. Hace unos meses el sistema de Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó la encuesta Experiencias de las Comunidades Educativas Durante la Contingencia Sanitaria por Covid-19, en educación básica.
Lo que encontró fue que un porcentaje, aunque mínimo de estudiantes, dieron a conocer que habían pensado en que la vida no tenía sentido y que no querían seguir viviendo.
“La información proporcionada por docentes y estudiantes da cuenta de momentos de tensión, estrés y preocupación durante la educación a distancia, que generaron nerviosismo, temor, tristeza, desánimo, aburrimiento y desmotivación. La gestión eficaz de emociones en una situación como la que se vive actualmente puede prevenir estados de crisis o aminorar sus consecuencias, lo que permitirá a los actores educativos desarrollar y aprovechar las actividades que realicen”.
Por ello, es indispensable impulsar la empatía y el apoyo socioemocional al estudiantado y a los demás actores escolares a partir de las siguientes acciones:
- Diseñar e implementar acciones de acompañamiento emocional a docentes y estudiantes.
- Establecer protocolos para prevenir, detectar y atender casos críticos de alteraciones emocionales en docentes y estudiantes, principalmente.
- Poner a disposición de las comunidades recursos de orientación profesional que puedan atender estos casos.
- Poner a disposición de las comunidades educativas recursos para el desarrollo personal y el apoyo emocional de las personas.
Por ejemplo, talleres para niñas, niños, adolescentes y adultos en el manejo de emociones y crisis.
Ojalá que estas recomendaciones se tomen con seriedad.
Pueden contactarme en Twitter, a través de:
—
POB/KPM