Actualmente, la palabra deconstrucción se relaciona mucho con el feminismo y la búsqueda de evidenciar el machismo en la sociedad. Originalmente, la deconstrucción era para los textos antiguos y, ahora, busca trasladar la cultura como texto, el cuerpo, la política, etc., como texto.

Pero ¿qué es “deconstrucción”? De acuerdo con la Real Academia Española (RAE) deconstruir significa “Deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura” y puede ser aplicado en otros ámbitos, pero también en la creación de las nuevas masculinidades.

El filósofo Jacques Derrida, quien utilizó el término para comprender la relación entre un texto y su significado, asegura que la deconstrucción evidencia ambigüedades, fallas, debilidades y contradicciones de algo en concreto, como una teoría, un discurso o una idea.

Entonces, en este caso, lo deconstruido queda desmontado o desecho y, puede decirse que, revisa los conceptos con el propósito de descubrir el proceso histórico y cultural que hay detrás de ellos.

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Para crear nuevas masculinidades, es importante la deconstrucción y cambiar la forma en la que pensamos. La cual puede realizarse por hombres y mujeres, dependiendo del entorno en el que crecieron.

Deconstrucción de la masculinidad

En este caso de la masculinidad, es importante cuestionar y conocer los procesos de formación, discursos, conocimientos, etc., para revelar lo que se ha ocultado y oprimido a través de la historia.

Judith Butler, filósofa estadounidense, asegura que no solo es derribar, sino también construir nuevos pensamientos, desplazando los conceptos que han dominado por muchos años.

Entonces, la deconstrucción de la masculinidad, se refiere al proceso de cuestionamiento y crítica de valores patriarcales enseñados y aprendidos por generaciones, como ser caballeroso, ser el fuerte, el proveedor de la casa, el exitoso, etc., explica el sociólogo español Lionel S. Delgado.

Se trata de deconstruir valores, porque no puede haber ‘hombres deconstruidos’. No se deconstruye un cuerpo, se deconstruyen los conceptos que se inscriben sobre él.”, añade.

Es una responsabilidad colectiva, pues si no se cambia el pensamiento social, un individuo poco puede hacer. Además, la deconstrucción también va para mujeres que se han creído que son el sexo débil y que necesitan un hombre para lograr cosas.

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O que “detrás de un gran hombre, hay una gran mujer”, porque realmente no tienes porqué estar detrás de un hombre para ser una mujer exitosa. Es decir, hay mujeres machistas que siguen reproduciendo esos pensamientos a las siguientes generaciones.

Creación de nuevos pensamientos

La deconstrucción es un proceso largo y que se trabaja constantemente, pues son comportamientos aprendidos y enseñados por miles de años. Por lo que, deshacerse de ellos en la sociedad, se vuelve algo complicado.

Para la creación de nuevos pensamientos y nuevas masculinidades se debe cuestionar y actuar, por ejemplo:

“¿Por qué a mí no me dicen que lave los trastes y a mi hermana/prima/mamá/novia, etc., sí?”. En este caso, lo que puedes hacer es lavarlos tú o proponer que alguien más lo lava y tú los secas.

O, si ambos (hombre y mujer) trabajan, al regresar a casa, no es solo responsabilidad de la mujer de arreglar, limpiar y/o cuidar a los hijos; en ese caso, las responsabilidades son compartidas.

Lo importante del feminismo, la deconstrucción y la creación de nuevas masculinidades es saber que se busca una equidad de género, donde todos somos iguales y tenemos los mismos derechos.

 

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