
El título tan espantoso de esta columna me lo repiten continuamente conocidos/as, amigos/as y en general mi círculo cercano (y el no tanto) como argumento que las feministas estamos locas, somos tóxicas (palabra de moda para la desacreditación) y además nos inventamos el patriarcado para victimarnos, porque somos mucho más machistas que los mismísimos varones.
En palabras de Herrero el patriarcado es un sistema que divide, separa y distribuye impositivamente a la población en dos grupos que pretende hacer pasar como incompatibles: masculino y femenino que socializan con valores, roles y normas de comportamiento en el que lo masculino adquiere –injustificadamente– mayor valor y, por lo tanto, superioridad.
El sistema patriarcal está tan interiorizado y normalizado, que cuando se intenta visibilizar y exponer su funcionamiento, los argumentos en contra se enfocan en invocar a la supuesta igualdad existente porque las mujeres ya trabajamos, votamos y hasta “mandamos” en las relaciones de pareja, y, por lo tanto, este sistema existe, pero solo en el imaginario delirante femenino.
El patriarcado no existe, es un invento de nosotras, las locas feministas, pero: tres mil 462 mujeres fueron asesinadas de enero a noviembre de 2021, un promedio de más de 10 mexicanas muertas al día, el 80 por ciento en manos de sus parejas… Todos los días recibimos gritos en la calle como ¡qué nalgotas! (que es de las expresiones más leves si bien nos va), pero si no, nos enseñan el pene o recibimos nalgadas, toqueteos y hasta arrimones…
Centenares de mujeres son explotadas sexualmente en esos “tables” legales tan codiciados por machos aún en contra de su voluntad…
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Millones de mujeres son abandonadas por sus parejas y no reciben pensión alimenticia, por lo que para subsistir deben dejara a sus hijos/as solas, en guarderías o con familiares, y además deben trabajar largas jornadas laborales, cumpliendo con dobles y triples turnos…
Las labores domésticas se realizan de una forma apabullante por mujeres que además trabajan y que no ven corresponsabilidad de los hombres en las labores del hogar y el cuidado…
Miles de varones renuncian a sus trabajos o piden que se les pague en efectivo para que su sueldo no sea rastreado por la “tóxica exmujer” que se atreve a exigir una remuneración para la manutención de las y los hijos que procrearon juntxs…
Miles de niños y niñas son abandonados por el “papá”, en muchos casos ni lo conocen… Millones de hombres riegan hijos/as por todos lados, pero no usan condón porque “no se siente igual”.
Funcionarios públicos y militares abusan sexualmente con total impunidad de colaboradoras, conocidas y empleadas domésticas, quienes no denuncian por miedo, un total abuso de poder. Y ni hablar de la revictimización cuando se animan por fin a demandar legalmente ya que ellas se lo buscaron por ponerse falda… Sin contar que en el 97.5 por ciento de los casos, las violaciones las cometen los hombres, esos mismos que dicen que el machismo es irreal.
Miles de mujeres son golpeadas, cacheteadas y jaloneadas por sus parejas, quienes de putas no las bajan en una discusión…
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Centenares de mujeres más se encuentran desgastadas física y anímicamente por cuidar de sus padres y madres ancianas o enfermas, haciéndose cargo de las labores domésticas 24/7, sin que los varones asuman el mismo rol…
Para cerrar con broche de oro, el patriarcado no existe, pero muchos machos tienen la necesidad de mostrar su alta superioridad viril matando a otros hombres en un estadio de futbol como muestra y prueba fehaciente de lo muy hombres/machos que son…
Aún con todo lo anteriormente relatado (podría seguir enlistando muchos ejemplos más), la consigna masculina sigue siendo ¿por qué marchan estas locas? La respuesta “lógica” en el cerebro miope de muchos varones es “porque así son, pinches viejas”. Pues como no, el patriarcado no existe cuando el privilegio de nacer hombre ciega, nubla y hasta mata…
Jhael Arroyo es Candidata a doctora por FLACSO Argentina. Economista BUAP. Directora General de A&J Consultores. Especialista en políticas públicas con perspectiva de género y proyectos socioeconómicos. Feminista –hija del patriarcado y machista en plena demolición–. Escritora de clóset. Intento de disidente.
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POB/RPC