A una semana de distancia, es difícil calificar el nivel de éxito del primer Gran Premio de Miami. En cuanto a número de asistentes, no hay duda de que más de 400 mil personas son un récord envidiable.
Es notable que de ese total, para cerca del 70% se trató de su primera asistencia a cualquier evento de Fórmula 1. Esto debió repercutir en un impacto económico más que exitoso.
Sin embargo, el desarrollo de la carrera careció de emociones significativas. De no ser por el auto de seguridad desplegado en la recta final de la carrera, se habría tratado de un Gran Premio sin pena ni gloria. Aunque no cabe duda de que el equipo de Netflix a cargo de “Drive to Survive” debió obtener tomas espectaculares del circuito y la farándula que asistió.
Las Vegas, en la misma ruta de Miami
Es difícil no intentar comparar el glamour del GP de Miami con el de Mónaco, un Gran Premio clásico.
Tomemos como ejemplo la “falsa marina” de Miami, que es útil para la foto –y los memes–, pero en nada se compara con los yates desplegados alrededor del circuito de Monte Carlo. No obstante, en ambos circuitos ha habido un desfile de “personalidades”.
No sorprenderá ver otro despliegue de glamour y presunción cuando se lleve a cabo el próximo Gran Premio de Las Vegas. Y tampoco sorprenderá que Fórmula 1 empuje en este sentido, ya que ha quedado claro que se trata de una estrategia lucrativa y rentable.
Sin embargo, lo que está en juego es el interés de los aficionados que siguen a la Fórmula 1 no únicamente por ver el hecho de ver autos corriendo a más de 300 kilómetros por hora en una recta, sino por las acciones de carrera.
Cuiden a los pilotos
Martin Brundle, comentarista y ex piloto de F1, destacó el complejo ritual posterior a la carrera, enfocado en generar más espectáculo que en procurar el bienestar de los pilotos.
Algunas tomas de televisión mostraron a Max Verstappen hidratándose sentado en el piso, mientras que Carlos Sáinz prefirió quitarse la playera para intentar refrescarse.
Ambos casos parecen reafirmar que los pilotos estaban más interesados en recuperarse después de una carrera agotadora, que en seguir ofreciendo material para el espectáculo. Ojalá que Fórmula 1 no olvide que su núcleo son las carreras de autos, mientras que el glamour –aunque importante– no es fundamental.
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Cuando cae la bandera verde, las luces del semáforo se apagan y comienza la acción. Espacio dedicado al análisis de Fórmula 1: hechos históricos y actuales sobre los equipos y los pilotos que crean cada Gran Premio.
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POB/LFJ