El asesinato de Cecilia Monzón Pérez se inscribe en una Puebla con una coyuntura particular que transmite inseguridad, incertidumbre, violencia de género, y riesgos para quienes intentan abonar a una Puebla diferente, segura, justa y madura.
Ha sido asesinada. Su lucha en defensa de la mujer, de los derechos femeninos, de la justicia social y de la honestidad política la ha llevado a la tumba.
Íntegra, entregada y convencida de que Puebla y los poblanos debían rebasar usos y costumbres de vejación y maltrato, llegó, joven, con escasa experiencia de abogada pero llena de sueños y propuestas a la dirección de Poblanerías para pedir un oportunidad y transmitir sus inquietudes a los lectores a través de una columna semanal.
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Como a muchos jóvenes, Poblanerías le brindó un espacio para que expresara sus propuestas y compromisos.
Se convirtió, alguna vez me lo dijo, en orgullosa poblanera.
Fue mi amiga.
La inseguridad, la violencia de género, la injusticia contra la mujer, las prácticas jodidas de una política que resuelve con asesinatos las diferencias, la han matado.
Las redes sociales, organismos estatales y nacionales, personas, militantes, luchadores, se han unido en la lucha de Cecilia contra la corrupción y el maltrato a la mujer.
Aún asesinada seguirá en la lucha.
Por lo pronto:
“El gobierno del estado de Puebla condena el asesinato de la abogada Cecilia Monzón … y se compromete frente a la sociedad al esclarecimiento de los hechos, determinación de los responsables materiales e intelectuales, así como de las causas que motivaron este homicidio.”
El gobierno del estado, no el gobernador.
¿Entelequia?
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POB/LFJ
