El trabajo de cuidados es un término que engloba una serie de actividades relacionadas con el cuidado y la atención de otras personas, y que a menudo recae de manera desproporcionada en las mujeres.
Este tipo de trabajo abarca una amplia gama de responsabilidades, como el cuidado de los hijos, de personas mayores, de familiares enfermos o con discapacidad, así como las tareas domésticas y el mantenimiento del hogar.
En entrevista con Poblanerias.com Mónica Silva Ruiz, diputada local, habló sobre la iniciativa que ha presentado en el Congreso local para reconocer el derecho al cuidado y que a través de este, se reconozca que las labores no remuneradas y el trabajo de cuidados ya no sea desigual hacia las mujeres.
El trabajo de cuidados suele ser invisible en las estadísticas económicas y no se refleja en el Producto Interno Bruto (PIB) de un país. Esto se debe a que no se valora como una actividad económica en sí misma, a pesar de que es fundamental para el bienestar de las personas y para el funcionamiento de la sociedad en general.
Al no recibir una compensación económica por este trabajo, las mujeres quedan en desventaja en términos de seguridad financiera, acceso a recursos y oportunidades de desarrollo personal y profesional, explica la diputada local.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INEGI), en 2021 el valor económico de las tareas domésticas y el trabajo de cuidados en México alcanzó los 6.8 billones de pesos, lo que representa aproximadamente el 26,3% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
“Una vez que reconozcamos que el derecho al cuidado es un derecho que tenemos todas y todos, estaremos obligando a que la igualdad que queremos entre hombres y mujeres sea una realidad”, señaló Mónica Silva.
Estas labores, que incluyen actividades como la limpieza del hogar, el cuidado de los hijos y de adultos mayores, la administración financiera, preparar alimentos, son realizadas en su mayoría por mujeres, quienes aportaron un valor económico 2,6 veces mayor que los hombres, según el INEGI. “Nos sobra el trabajo pero sin salario y eso precariza la vida de las mujeres”, señala Mónica Silva.

A pesar de ser fundamentales para el funcionamiento de la economía, estas tareas han sido históricamente menospreciadas en comparación con el trabajo remunerado. Sin embargo, su contribución resulta indispensable.
Desde que se inició la recopilación de estos datos en 2003, se ha observado un aumento constante en el valor económico de estas tareas, alcanzando su punto máximo durante la pandemia de COVID-19. En 2020, el trabajo no remunerado en el hogar representó el 27,6% del PIB, en contraste con el 23% registrado en 2019.
El trabajo de cuidados y las mujeres
Existen varias razones por las cuales el trabajo de cuidados suele recaer en las mujeres. En primer lugar, se debe a los roles y estereotipos de género arraigados en muchas sociedades.
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Históricamente, se ha esperado que las mujeres asuman el papel principal de cuidadoras, basándose en la idea de que tienen una disposición natural para el cuidado y la crianza.
Esta expectativa cultural ha llevado a que se les asigne la responsabilidad de cuidar de la familia y del hogar, relegando a los hombres a roles más centrados en el ámbito laboral y económico, comenta Mónica Silva.
“A las mujeres se nos asignó el rol de cuidar, de cuidar a todas las personas y en ningún momento se pensó que esto repercutía de manera negativa en la vida de las mujeres porque eso implican que no tengan tiempo para absolutamente nada más que estar dedicadas a otros”.
Además, la división desigual del trabajo de cuidados también se relaciona con las desigualdades económicas y laborales entre hombres y mujeres. Las mujeres, en muchos casos, enfrentan obstáculos para acceder a empleos bien remunerados y con horarios flexibles que les permitan conciliar sus responsabilidades familiares.
Esto hace que sea más probable que se dediquen al trabajo de cuidados no remunerado, ya que a menudo tienen menos opciones para ingresar al mercado laboral o para avanzar en sus carreras.
Gran parte del trabajo de cuidados se realiza en el ámbito familiar, donde no se percibe un salario directo por estas tareas.
“Debemos dejar de romantizar que el trabajo de cuidados son actos de amor, el amor no puede medirse en función de si estamos dejando en la línea nuestros derechos, nuestra salud”.
En los últimos años, ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de valorar y remunerar el trabajo de cuidados, así como de redistribuirlo de manera más equitativa entre hombres y mujeres.

Se han propuesto políticas y medidas orientadas a garantizar la protección social, los derechos laborales y la conciliación laboral y familiar. Esto busca reconocer el valor del trabajo de cuidados y promover la igualdad de género en la sociedad.
La iniciativa presentada por Mónica Silva sobre el Derecho al Cuidado en Puebla busca reconocer que las personas tienen derecho a tres cosas: que se tiene derecho a cuidar, que se tiene derecho a ser cuidado y que se tiene derecho al autocuidado.
Reconocer esto, señala Mónica Silva, es reconocer que existe una desigualdad que si se combate, permitiría que más de la mitad de la población tuviera la opción de elegir qué hacer con su tiempo y buscar oportunidades que mejoren su calidad de vida.
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POB/LFJ