La Casa del Alfeñique es un icónico edificio ubicado en la ciudad de Puebla, México. Construida en el siglo XVIII, esta joya arquitectónica es considerada uno de los máximos exponentes del estilo barroco en el país. Su nombre se debe a la técnica artesanal del alfeñique, una pasta de azúcar que se utilizaba en la elaboración de dulces para los virreyes.

Al ingresar a la casa, se puede apreciar una colección de arte sacro y muebles antiguos. Los techos están decorados con hermosos frescos; En el interior, destaca una sala que recrea el ambiente de una típica cocina poblana del siglo XVIII, donde se exhiben utensilios y objetos relacionados con la preparación de la gastronomía local.

Leyenda de la Casa del Alfeñique

La Casa del Alfeñique es una de las leyendas más fascinantes de la ciudad de Puebla, México. Cuenta la historia que hace muchos años, en el siglo XVIII, un joven español, llamado Ignacio Morales, el cual llegó a la Nueva España en busca de fortuna, se enamoró de una joven llamada Guadalupe de la Hidalga.

A sus 26 años, Ignacio tomó la decisión de casarse, por lo que, en un baile de 15 años, al cual fue invitado por unas amistades, conoció a Guadalupe de la Hidalga. Un baile de 15 años, era la ocasión en que la niña de casa era presentada ante la sociedad, pues ya tenía edad suficiente para casarse, por lo que se daba aviso a los posibles candidatos.

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Las fiestas de 15 años comenzaban con una misa de agradecimiento a la virgen; la niña era vestida de blanco, regalo de los padrinos, y maquillada por su madre y tías. Posterior a la misa, se realizaba un baile, donde los pretendientes se presentaban ante la anfitriona. Primero se tenía que pasar por la aprobación de la madre para ser pretendiente.

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Casa del alfeñique, actualmente (Foto: Es Imagen)

Ignacio, alguien nada novato en estos lances, habló primero con el padre, después, en el extremo donde se ubicaban las mujeres, aduló a la madre de Guadalupe, ganándose la aprobación de ella, al ver que se trataba de alguien apuesto y con clase. Por supuesto, el matrimonio no era un tema de gustos, sino de conveniencias.


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Sin embargo, al ver los obsequios que recibía Guadalupe, Ignacio decidió darle algo más caro: la casa más elegante en Puebla. Sería una casa de dos pisos, escaleras y con los mejores acabados; el problema sería conseguir el dinero para hacerla, ya que solo contaba con mil pesos, mismos con los que se dirigió a una casa de apuestas, ubicada a un costado de Santo Domingo.

Ignacio colocó su apuesta y jugó contra el padre de su amada Guadalupe, con el que inevitablemente habló de su hija. Ignacio, al mencionar que podía ofrecerle una casa hecha de alfeñique a Guadalupe, provocó la risa de todos en la mesa de apuestas, sin embargo, el padre de ella se limitó a decir que no le molestaría que él pretendiera a su hija.

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Interior de la Casa del Alfeñique (Foto: Es Imagen)

Tras el juego de cartas, Ignacio se retiró con 10 mil pesos de ganancia y la admiración de su posible suegro. Al construir la casa, le exigió al arquitecto, una casa de dos pisos, los acabados más finos en yeso y azulejo, maderas de primera para techos y pisos, los mejores enrejados. Además, no escatimaría en gastos para su casa de alfeñique.

Al finalizarla, llevó a los padres de Guadalupe a conocer la propiedad, quienes quedaron encantados con el resultado. Debido a esto, le autorizaron salir con su hija, quien debía decidir si se casaría o no con Ignacio.

Basta decir que la Casa del Alfeñique, la impresionó tanto, que no dudó en dar el sí. Su boda fue una de las más comentadas de aquel año.

La Casa del Alfeñique además de ser un museo, es testigo del legado cultural y artístico de Puebla. Representa una ventana al pasado, permite a los visitantes sumergirse en la historia de la ciudad.


Leyenda basada en el libro: Leyendas clásicas de Puebla, escrito por Orestes Magaña.

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POB/JRZ