La piñata es un emblema cultural mexicano que ha evolucionado con el tiempo. Tradicionalmente, se elaboraba con una olla de barro recubierta de papel periódico y decorada como una estrella de siete picos.
Cada pico representaba uno de los siete pecados capitales, mientras que sus colores llamativos simbolizaban las tentaciones del demonio. Romperla con los ojos vendados hacía referencia a que la fe es ciega y puede vencer al pecado, una acción que marcaba la preparación espiritual para el nacimiento del Niño Jesús durante las fiestas navideñas.
Con el tiempo, el uso de la piñata se extendió más allá de la Navidad. Hoy es un elemento central en cumpleaños, celebraciones comunitarias y todo tipo de eventos festivos, adaptándose a los gustos y necesidades de las diferentes generaciones.
Piñatas en Puebla: símbolo cultural con raíces profundas
La fabricación de piñatas en Puebla sigue siendo un proceso artesanal que combina dedicación y creatividad. En julio y agosto, los artesanos comienzan a cortar tiras de papel, conocidas como “cascarones”.
Estas piezas son transportadas a los mercados, donde moldean las estructuras básicas y las decoran. Para noviembre, las piñatas están listas para exhibirse en los puestos de venta o entregarse a clientes que las hayan encargado con un mes de anticipación.
A pesar de la tradición, la elaboración de piñatas de barro está en declive. Las ollas de barro, que antiguamente eran el alma de las piñatas, están siendo desplazadas por estructuras de papel debido a su peso, fragilidad y costo.
Una olla de barro típica, de 30 cm de diámetro y 45 cm de altura, cuesta alrededor de 250 pesos, lo que encarece significativamente el producto final. Por esta razón, los artesanos han adoptado el papel periódico como base principal para las piñatas.
Los artesanos de las piñatas en Puebla: Don Serafín y Doña Rosi
Don Serafín lleva 30 años dedicado a la elaboración de piñatas en el mercado Venustiano Carranza.
Gracias a este oficio, logró educar a sus hijos, quienes ahora son ingenieros, y se siente orgulloso de su nieta, estudiante del Instituto Politécnico Nacional.
Aunque reservado con los medios, Don Serafín destaca tres valores esenciales para el éxito: honestidad, responsabilidad y puntualidad.
Por otro lado, Doña Rosi, conocida como “Doña Santa Claus” por su característico atuendo navideño, tiene 45 años en este negocio.
Su vínculo con el mercado comenzó desde que tenía solo 20 días de nacida, cuando su madre la llevaba al lugar para asegurar su espacio comercial.
Ahora, a sus 64 años, Doña Rosi lamenta que las compras en línea hayan desplazado parte de la tradición de adquirir piñatas en los mercados locales.
Piñatas en Puebla: Adaptación y preservación
A pesar de los desafíos, los artesanos de Puebla luchan por mantener viva la tradición de las piñatas. Adaptan sus técnicas, combinan materiales y trabajan con creatividad para enfrentar las adversidades.
La piñata, como símbolo de celebración, sigue siendo un reflejo de la riqueza cultural y la dedicación de los artesanos poblanos.
El papel periódico es fundamental para la elaboración de piñatas, pero su disponibilidad ha disminuido drásticamente en los últimos años.
Artesanos como Don Serafín explican que ya no pueden adquirirlo por kilo con la misma facilidad, afectando no solo su oficio, sino también a otros sectores, como los comerciantes que lo utilizaban para envolver frutas y verduras.
Ante esta situación, muchos artesanos buscan alternativas para mantener viva la tradición.
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POB/LFJ