
Elon Musk, multimillonario, dueño de Space X, Tesla y de la plataforma sociodigital X, asumió un cargo en el gobierno de Donaldo Trump, como responsable de diseñar políticas y estrategias para hacer más eficiente al gobierno.
El ex presidente Vicente Fox no lo entendió, a ver si Musk entiende que no es lo mismo el sector privado que la administración pública, pero eso es cosa aparte.
Lo reciente es que este multimillonario convenció a su jefe Donaldo Trump de desaparecer la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, la agencia conocida como USAID que tiene presencia en decenas de países en desarrollo.
El argumento, dice Musk, es que USAID de ser una “bola de gusanos y un nido de víboras marxistas”. Claro que habla desde la ignorancia sobre el funcionamiento de esta agencia, pero utiliza el mismo lenguaje del presidente, porque sabe que eso atrae reflectores.
USAID nació en los años sesenta como una estrategia del gobierno estadunidense para financiar movimientos y organizaciones sociales que se enfrentaban al comunismo en los tiempos de la Guerra Fría, o bien para aportar recursos de la Casa Blanca a proyectos que fueran de interés del gobierno estadunidense en turno.
A lo largo de su existencia, esta oficina también sirvió para realizar operaciones encubiertas de objetivos de Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Con el paso de los años, USAID apoyó importantes proyectos de pacificación, de resiliencia ciudadana, de desarrollo democrático y muchos proyectos que ayudaron a muchos países a consolidarse y reducir violaciones a derechos humanos.
El cierre de operaciones de esta agencia fundada en 1961 y que actualmente tiene más de diez mil empleados, representa un severo golpe para la operación de cientos de organizaciones no gubernamentales en 80 países.
Un sector que se verá afectado es el de la prensa independiente.
Desde inicios del presente milenio, USAID comenzó a otorgar apoyos financieros a varias organizaciones latinoamericanas que trabajan en defensa del derecho a la libertad de expresión y en la protección de periodistas.
Muchas organizaciones basadas en México, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Guatemala, El Salvador, Honduras, que además utilizaron esos fondos para impulsar valiosos programas de capacitación y profesionalización de medios y periodistas y para sumar más dólares a las bolsas que entregaban diferentes premios de periodismo.
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USAID también ha financiado investigaciones periodísticas de gran calado que han servido para develar casos de corrupción, violencia del Estado y violaciones a derechos humanos cometidas por muchos gobiernos. Eran esos proyectos de los que siempre se quejó el ex presidente de México y quien seguramente debe estar brincando de alegría en este momento.
También esta agencia apoyó proyectos periodísticos; financió medios emergentes, medios independientes que surgieron eminentemente en el entorno digital, pero que han sido contrapeso a los grandes conglomerados mediáticos o los medio oficialistas y oficiosos.
La desaparición de USAID es un duro golpe para el periodismo independiente y para el desarrollo de la democracia en muchos países.
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Andrés Solís A. es periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de Buenas Prácticas para la Cobertura Informativa sobre Violencia”.
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POB/KPM