
El reciente colapso del alto al fuego entre Israel y Hamás no solo representa una tragedia humanitaria, sino que también pone en evidencia las profundas fallas estructurales de los acuerdos de paz en el conflicto palestino-israelí.
Este cese al fuego, firmado en enero de 2025 y mediado por actores internacionales como Estados Unidos, Egipto y Qatar, fue diseñado como un proceso en tres fases que buscaba intercambios de prisioneros, reconstrucción de Gaza y un eventual fin a las hostilidades. Sin embargo, su caída era predecible desde el inicio debido a las tensiones acumuladas y la desconfianza mutua.
Incumplimiento desde el principio
De acuerdo con CBC, desde el primer día del alto al fuego, ambas partes fueron acusadas de incumplir los términos.
Israel fue señalado por ataques diarios que dejaron decenas de muertos palestinos, mientras que Hamás enfrentó críticas por retrasos en la liberación de rehenes. Estas violaciones minaron la confianza en el acuerdo e intensificaron las tensiones.
El 18 de marzo, Israel retomó intensos bombardeos sobre Gaza, matando a cientos de civiles, incluyendo un número alarmante de niños, según UNICEF, lo que marcó el inicio del fin del acuerdo.
La narrativa israelí
La narrativa oficial de Israel sobre la ruptura del alto al fuego en Gaza se centra en la “seguridad nacional” y en la liberación de rehenes, sin embargo, estas justificaciones podrían estar encubriendo intenciones acciones más complejas, incluyendo la una política sistemática de debilitamiento (o incluso exterminio) de la población palestina.
Israel ha argumentado que los recientes ataques sobre Gaza son una respuesta a la falta de avances en la liberación de los rehenes israelíes retenidos por Hamás. Además, asegura que Hamás se está rearmando y preparando nuevos ataques, lo que justificaría las acciones militares como medidas preventivas.
No obstante, esta narrativa pierde credibilidad al considerar que Israel ya había incumplido términos clave del alto al fuego, como el cese total de hostilidades y el acceso humanitario a Gaza.
Durante el periodo de tregua, Israel continuó matando a más de 112 palestinos al día, además de bloquear la ayuda humanitaria, los alimentos y medicinas y cortar servicios básicos como agua potable, así lo narra AP News. Estas acciones no parecen responder únicamente a preocupaciones de seguridad, sino a un intento deliberado de mantener a Gaza en una situación insostenible.
El papel de EUA
La Casa Blanca confirmó que Israel consultó con Estados Unidos antes de lanzar los bombardeos del 18 de marzo de 2025, que dejaron más de 400 muertos palestinos en menos de 24 horas. La portavoz presidencial Karoline Leavitt declaró a CNN News, través de una conferencia de prensa: “El gobierno de Trump fue informado sobre los ataques en Gaza”, añadiendo que “quienes busquen aterrorizar a Israel o Estados Unidos pagarán un precio”.
En febrero de 2025, Trump sorprendió al mundo al anunciar en su red social Truth Social que Estados Unidos “se hará cargo” de la Franja de Gaza, con planes para trasladar a los 2,2 millones de habitantes de Gaza a otros países, como Egipto y Jordania, una idea que viola el derecho internacional y ha sido rechazada por la comunidad global.
Trump también habló de convertir Gaza en un centro turístico y económico, pero sin la presencia de su población original, lo que ha sido interpretado como un intento de borrar la identidad palestina del territorio.
La política de EUA hacia Gaza trae consigo consecuencias devastadoras. La deportación forzosa de palestinos podría desencadenar una crisis humanitaria y aumentar la inestabilidad en países vecinos como Egipto y Jordania. Además, el respaldo de Estados Unidos a acciones israelíes que violan el derecho internacional ha debilitado la credibilidad de las normas globales.
Una realidad que no podemos ignorar
Lo que ocurre en Gaza no es solo un conflicto armado; es un genocidio en desarrollo. Las cifras de muertes civiles, la destrucción sistemática de infraestructuras y el bloqueo de suministros básicos apuntan a una campaña de aniquilación. La comunidad internacional no puede seguir ignorando esta realidad.
El respaldo incondicional de Estados Unidos a Israel, especialmente bajo la administración de Trump, ha exacerbado la crisis. Desde la aprobación tácita de los bombardeos hasta la propuesta de deportación forzosa de palestinos, Estados Unidos se ha convertido en cómplice directo de este genocidio. Esta alianza no solo viola el derecho internacional, sino que también socava cualquier posibilidad de paz.
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POB/LFJ