Competitividad en Puebla: señales de avance económico con propósito

Puebla avanzó del lugar 19 al 12 en innovación y economía, según el IMCO 2025.

Durante años, los indicadores de competitividad han funcionado como una brújula para los gobiernos locales, el sector productivo y la sociedad civil. Lejos de ser solo rankings, permiten identificar fortalezas, brechas estructurales y oportunidades para trazar una hoja de ruta más clara hacia el desarrollo sostenible. En este sentido, los resultados del Índice de Competitividad Estatal 2025 (IMCO) representan una señal alentadora para Puebla: avanzar del lugar 19 al 12 en el pilar de Innovación y Economía no es menor, especialmente en un entorno nacional complejo.

Este salto no responde a un solo factor, sino a un conjunto de cambios que comienzan a consolidar un entorno económico más diverso, dinámico y resiliente.

Una economía en transición

Los datos revelan mejoras clave. Puebla se posiciona como la quinta entidad con mayor diversificación económica del país: casi 900 sectores productivos operan en su territorio, lo que fortalece su capacidad de respuesta ante disrupciones externas y fomenta una estructura menos dependiente de sectores específicos.

Además, la mejora en indicadores como patentes (de 1.6 a 2.0 por cada 100 mil personas económicamente activas), la eficiencia energética y el crecimiento sostenido del PIB (3.9%, ahora en el top 10 nacional), son señales de una economía que se mueve hacia modelos más sostenibles e intensivos en conocimiento.

Brechas que aún persisten

Sin embargo, los avances deben leerse con matices. El PIB per cápita de Puebla, a pesar de crecer en términos absolutos, permanece en el lugar 27, evidenciando desafíos en productividad y bienestar por habitante. La complejidad económica en sectores de innovación no muestra mejoría, lo que implica que aún es necesario fortalecer cadenas de valor con mayor sofisticación tecnológica y capacidades técnicas.

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También persisten márgenes de mejora en la atracción de inversión extranjera directa y en el desempeño del sector turístico, rubros que pueden jugar un papel estratégico en la internacionalización de la economía poblana si se articulan con políticas territoriales más focalizadas.

Competitividad con enfoque estratégico

Estos datos reflejan algo más que una buena coyuntura: hablan de un proceso en marcha que debe ser acompañado de estrategia, continuidad y visión de largo plazo. Desde la Secretaría de Desarrollo Económico y Trabajo de Puebla, el enfoque ha sido claro: construir un ecosistema económico que combine el fortalecimiento de sectores tradicionales con el impulso a industrias emergentes, el desarrollo de talento local y la promoción de la innovación como eje transversal.

La competitividad no es un fin en sí mismo, sino un medio para generar bienestar, cerrar brechas y proyectar a Puebla como un nodo de economía del conocimiento en el escenario nacional e internacional.

Una oportunidad compartida

Hoy más que nunca, los indicadores deben ser leídos como insumos para la acción colectiva. Las mejoras alcanzadas no serían posibles sin la colaboración entre empresas, instituciones educativas, organismos intermedios y sociedad civil. El reto inmediato es consolidar estos avances y transformarlos en oportunidades sostenibles para más personas y territorios dentro del estado.

Una economía competitiva se construye con decisiones públicas informadas, inversión con visión de futuro y participación activa del ecosistema productivo. Puebla ha dado un paso firme. Ahora toca sostener el ritmo, con propósito, inclusión y enfoque estratégico.

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POB/KPM