A casi cuatro años de la muerte de Javier López Díaz, su voz permanece presente entre radioescuchas que lo siguieron durante décadas.

Reconocido como uno de los comunicadores más influyentes de Puebla, su rutina, carácter y visión profesional son recordados por su esposa, Lupita Montalbán, quien, en entrevista con Poblanerías.com, habla del legado del que fue “el rey de la radio”.

Cuenta que, desde joven, Javier López Díaz tenía claro que quería estar frente a un micrófono. “Él soñaba que tenía un micrófono en la mano. Lo decía dormido”.

Empezó narrando partidos de futbol con sus amigos, participando en actividades desde la iglesia, y más adelante consolidó un espacio en los medios poblanos, donde se volvió una referencia para miles de personas.

“Su prioridad era la radio. Dormía poco, despertaba a las 4 de la mañana y seguía ese ritmo durante 30 años. Eso, inevitablemente, te cobra factura en la salud”.

Javier López Díaz fue un ícono radiofónico de Puebla. Condujo el noticiario matutino Buenos Días con López Díaz de forma ininterrumpida durante 33 años, de 5:30 a 10 horas.

LUPITA 001 scaled
(Foto: @carlosPRESS/La Resistencia)

Entre sus radioescuchas era llamado Licenciado, y fue reconocido gracias a su cercanía y corte social para ayudar a personas con necesidad.

Entre sus frases más famosas está: Todos somos reporteros, que le valió una conexión con su público y la confianza para reportarle lo que acontecía en Puebla. Desde un semáforo descompuesto, la noticia de un choque, de una solicitud de felicitación o la invitación a un festival. Todo pasaba por López Díaz.

El día que Javier López Díaz no regresó a la radio

Lupita Montalbán cuenta que el día de su muerte, López Díaz siguió su rutina habitual. Se levantó temprano, se bañó, revisó notas y salió al aire en su noticiero como cualquier otro día.

Después del programa tenía un desayuno agendado, pero ya comenzaba a sentirse un poco mal. “Nos escribió al chat familiar que sentía algo raro en el pecho, pero dijo que iría a checarse después de desayunar”, relata.

LUPITA 006 scaled
(Foto: @carlosPRESS/La Resistencia)

Acudió a urgencias en el hospital de la UPAEP donde, después de una revisión, el urgenciólogo le dijo que probablemente era ansiedad, que se desconectara y descansara. Pero él insistió en ver a un especialista. Para ese momento, su esposa ya lo acompañaba.

“Justo cuando el médico se dio la vuelta, me dijo ‘me voy a desmayar’ y así fue. De ahí ya no lo sacaron”.

Lupita estuvo presente durante todo el procedimiento de reanimación. “Fueron 34 minutos de intento. El doctor me dijo que era más del protocolo y que ya no se podía hacer más”.

Según la explicación médica, la muerte fue súbita.

A partir de ese momento, Lupita tomó la decisión de mantener la despedida en privado, conforme a los deseos expresos de Javier López Díaz y solo hizo tres llamadas: a su hermana, a su cuñado y a la jefa de Javier. “Él me había dicho: ‘no quiero un show, si muero, que sea en familia’”.

El cuerpo fue velado en la capilla de las Hermanas del Niño Cieguito, en un ambiente reservado, solo su familia, sus amigos y colaboradores más cercanos.

La red: una creación de Javier

López Díaz era conocido por su interés en tener la primicia. “Si una nota se les iba a los reporteros, él reclamaba: ‘la teníamos en las narices, ¿cómo se nos fue?’”, cuenta.

Fue esa necesidad de inmediatez la que lo llevó a construir redes de información directa con la ciudadanía. “Tenía amigos en hospitales, con policías, con funcionarios. Todos le mandaban información. Por eso tenía la noticia primero”.

Durante años, esa relación cercana con la audiencia generó participación activa.

“Hasta hoy la gente le sigue hablando como si estuviera al aire: ‘licenciado, hay un bache’, ‘licenciado, no han pasado por la basura’. Eso me conmueve”.

A lo largo de su trayectoria, Javier López Díaz también enfrentó críticas y controversias. “Claro que se equivocó. Y lo reconocía”, afirma Lupita.

Menciona una ocasión en que el comunicador hizo un comentario desafortunado sobre el feminismo, pero aprendió de ello. “Recibió críticas duras, pero invitó a una especialista para entender lo que había pasado. Dio la cara, pidió disculpas públicas y se comprometió a educarse”.

Lupita Montalbán, esposa de Javier López Díaz
(Foto: @carlosPRESS/La Resistencia)

Lupita también menciona que durante el sexenio de Rafael Moreno Valle, López Díaz enfrentó presiones políticas.

“Se le pidió que saliera del aire, que hablara bien del gobernador. Él respondió que se habla bien cuando hay motivos, pero no por mandato. Fue una etapa difícil. Tuvimos dos sustos, incluso lo abordaron en la calle. Pero él decidió no hacerlo público. Se asesoró legalmente y fue discreto”.

Más allá del peso público que su nombre cargaba, en lo íntimo Javier era muy diferente, cuenta.

“Llegaba bailando, saludaba con alegría. Era muy cercano a su mamá, a sus hermanos. Abría la casa a familiares, amigos. Le gustaba la comida, las reuniones, cantar. Pero nunca dejaba de estar conectado. Dormía mal porque cada alarma en la madrugada lo despertaba para revisar información. Vivía con el celular en la mano”.

La memoria que se mantiene viva

En su testimonio, Lupita comparte que aún le llegan mensajes de felicitación en su cumpleaños o día del santo de Javier. “Recibo fotos de gente que lo visita en el panteón o que abraza su estatua en la 5 de Mayo. Hay una vecina que me manda imágenes de quienes le llevan flores o lo abrazan”.

La familia también ha sido testigo del reconocimiento institucional. La sala de prensa del Ayuntamiento de Puebla fue reinaugurada con el nombre de Enrique Montero y Javier López Díaz.

Uno de los elementos que más recuerda Lupita es la autenticidad con la que trabajaba. “No fingía. Era lo que era. Por eso la gente le abrió la puerta de su casa”.


CRÉDITOS

Lizeth Flores Jácome
Mauricio Meléndez
Mariana del Villar
Ana Fer Hernández
Juan Carlos Sánchez

 

 


POB/LFJ