Uno de los cientos de estereotipos existentes con relación al género es que los hombres son consumidores ávidos de cerveza, mientras que las mujeres prefieren el vino. Y aunque las estadísticas podrían apuntar a la veracidad de este dicho, al final de cuentas ningún sabor es exclusivo de un género.

Lo que sí se ha comprobado es la presencia de hormonas similares a las sexuales femeninas en uno de los ingredientes básicos de la cerveza: el lúpulo.

De acuerdo con un estudio publicado en el Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos, el lúpulo contiene fitoestrógenos, hormonas presentes en vegetales, que producen efectos similares a los que producen los estrógenos.

El texto indica que el consumo de fitoestógenos ayuda a aliviar los síntomas así como a disminuir la posibilidad de trastornos ligados a la menopausia. La correcta absorción de calcio en los huesos es también un beneficio que trae consigo el consumo de alimentos que contienen fitoestrógenos, como lo es la soja, la linaza y el lúpulo.

Un mito que se ha propagado con fuerza ha sido que el consumo de cerveza tiene efectos sobre el cuerpo del hombre, pues genera el crecimiento del pecho, debido a un desbalance hormonal provocado por los fitoestrógenos del lúpulo.

Sin embargo, esto es cuestionado por miembros de la industria cervecera, quienes aseguran que es más probable que a los hombres cerveceros les crezcan los senos por una mala condición física, hábitos alimenticios inadecuados y nulo ejercicio físico, que por el consumo de cerveza.


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Foto: Juan Carlos Sánchez

Y es que también hay distintos tipos de fitoestrógenos, unos más potentes que otros. Una investigación publicada en la revista The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism señala que es en el lúpulo, ingrediente que le brinda amargor a la cerveza y que sirve también como conservador natural, donde se puede encontrar el más potente de los fitoestrógenos: 8-prenilnaringenina (8-PN).

Este compuesto, recién descubierto por científicos del King’s College de Londres, supera en una proporción de 50 a 1, al fitoestrógeno denominado Genisteína, antes considerado el más potente y que se puede encontrar en la soja.

La buena noticia es que la concentración de este compuesto en una cerveza es tan ínfimo que sería necesario beber cantidades industriales para que los efectos se presenten.

En conclusión, primero el consumidor puede los efectos de una cirrosis o de una congestión alcohólica antes de que los senos crezcan desproporcionadamente o de que nuestro ímpetu sexual sea liquidado.

Nuestro consejo: bebe tu cheve sin miedo, pero siempre con moderación. Hay peligros más preocupantes en el exceso en el consumo que el modificar tu varonil figura.

 

 


POB/LFJ