A lo largo de la historia el campo de las humanidades ha tenido una serie constante de cambios, lo que se ve reflejado en el conocimiento de las ciencias y, de manera especial,  de la filosofía. Dicha palabra significa, etimológicamente, “amor a la sabiduría” y cuenta con un campo de estudio variable en problemas fundamentales como: el conocimiento, la verdad, la muerte, la existencia, la belleza, la mente, la estética y el lenguaje, entre otros.

En esta ocasión queremos reflexionar y opinar respecto del campo filosófico en nuestro país. En la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, concretamente en la Facultad de Filosofía y Letras, realizamos una entrevista al Dr. Ángel Xolocotzi, Coordinador de la Maestría en Filosofía. Él es Doctor en Filosofía egresado de la Albert-Ludwigs-Universität Freiburg, Alemania y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, Nivel II. El Doctor Xolocotzi es especialista en filosofía contemporánea alemana y gran conocedor de la obra de uno de los filósofos más importantes del siglo XX: Martin Heidegger (1889-1976).

El Doctor Ángel Xolocotzi, Profesor-investigador de tiempo completo en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, recibió hace unas semanas, el 14 de mayo de 2014, el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2013, en el área de Ciencias Sociales y Humanidades,  que otorga anualmente el Gobierno de Puebla.

A continuación menciono sólo algunos de los libros que ha publicado. Han sido 23, de los cuáles nueve son de su autoría, once han sido coordinados por él y tres, traducidos. Además de más de 100 conferencias, 40 capítulos de libros y más de 20 artículos. Su primer libro fue la tesis doctoral que realizó en Alemania y concluyó en 2001, se publicó en 2002 en Berlín.

Después trabajó en dos libros, publicados en español, y que derivaron de la investigación doctoral: Fenomenología de la vida fáctica. Heidegger y su camino a Ser y tiempo (2004) y Subjetividad radical y comprensión afectiva (2007).

Los últimos libros que ha publicado son: Heidegger, del sentido a la historia, que fue escrito en coautoría con otro colega, el Dr. Ricardo Gibu, y con dos exalumnos de la maestría, Vanesa Huerta y Pablo Veraza. Se trata de una especie de Introducción a la filosofía de Heidegger.


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Se publicó también otro libro que es una compilación coordinada junto con el  Dr. Ricardo Gibu y resume una serie de trabajos que se presentaron en un coloquio de fenomenología y hermenéutica cuya temática central fue el problema del cuerpo. Este libro se intitula Fenomenología del cuerpo y Hermenéutica de la corporeidad.

¿Considera que Martin Heidegger es uno de los filósofos más importantes del siglo XX?

La tradición filosófica contemporánea tiene dos grandes vertientes. Se les ha puesto título a las dos: una es la filosofía analítica y la otra es la filosofía continental. La filosofía analítica inició especialmente con trabajos escritos en lengua inglesa y sus principales representantes provenían de Inglaterra y EE.UU.

La filosofía continental se llamó así por cultivarse fuera de Inglaterra, “en el continente” y por ello abarca diversas tradiciones lingüísticas como son la alemana, la francesa y la española, principalmente.

En el ámbito de la filosofía continental hay una línea de trabajo filosófico que ha sido la fenomenología, fundada por Edmund Husserl a principios del siglo XX y continuada por algunos de sus alumnos como Martin Heidegger.

A partir de ahí se han abierto caminos en muy diversas direcciones. Precisamente la filosofía de Heidegger ha impulsado amplias gamas del trabajo filosófico, artístico y científico que van más allá de la fenomenología inicial.

Podríamos mencionar algunas de esas corrientes: la hermenéutica contemporánea con Hans-Georg Gadamer en Alemania o Paul Ricoeur en Francia; la deconstrucción de Jaques Derrida; la rehabilitación de la filosofía práctica a través de alumnos de Heidegger como Hannah Arendt, Hans Jonas, Leo Strauss o Joachim Ritter;  el posestructuralismo con Michel Foucault; el pensamiento de la otredad mediante Emmanuel Revinas; el pensamiento débil de Gianni Vattimo.

También la obra de Heidegger dio impulsos determinantes al psicoanálisis de Jacques Lacan o a la logoterapia de Viktor Frankl. Otros ámbitos afectados por la filosofía heideggeriana fueron la ecología, la ciencia y la poética. Con todo esto podríamos decir que en el ámbito de la filosofía continental ha sido Martin Heidegger quien más caminos ha abierto para la filosofía contemporánea.

¿Hay alguna relación entre las ideas de Heidegger y algunas líneas de pensamiento oriental, como podría ser el budismo?

Yo creo que Heidegger es uno de los pensadores más radicales de Occidente porque ha llevado al extremo las posibilidades mismas que se han desarrollado desde el inicio en la cultura y en el pensamiento occidental.

Eso lo ha llevado a lindar con el pensamiento oriental. Tal colindacia se ha reflejado en la inauguración de ciertas tradiciones como ha sido la fundación de la Escuela de Kyoto en Japón. Esta Escuela se fortaleció con los alumnos japoneses que fueron a Friburgo a estudiar con Husserl y Heidegger en la década de los años 20.

Así, la Escuela de Kyoto se convirtió en una sede para discutir tradiciones orientales y occidentales, usando como “puente” a ciertos filósofos como Heidegger. Quizás antes de Husserl y Heidegger, el único pensador que había descubierto los límites del pensamiento occidental fue Friedrich Nietzsche. El interés en todos estos autores “occidentales” en Oriente se deja ver por ejemplo en las traducciones de sus obras. Así, la obra cumbre de Heidegger, Ser y tiempo, cuenta con 7 traducciones al japonés; mientras que en español sólo tenemos dos.

En japonés encontramos más versiones de Ser y tiempo que de la Crítica de la razón pura de Kant. Si nos preguntamos a qué se debe esto, podríamos contestar que Heidegger tematiza una serie de problemas que con ciertos métodos de la tradición occidental o eran considerados triviales o inaccesibles. Debido a la extrema positividad y presencialidad de Occidente, una serie de problemas centrales como la cuestión de la nada o el vacío no eran vistos en su importancia.

Esas son cosas que piensa Heidegger y que son apercibidas en Oriente con gran interés. A partir de ahí se ha consolidado un diálogo que se extiende hasta la actualidad.

¿Qué fue lo que le atrajo de Heidegger? ¿Cómo se dio cuenta de la importancia de su pensamiento?

Cuando yo estudié la Licenciatura de Filosofía en la UNAM veíamos gran parte de la historia de la filosofía y, por supuesto, muchos autores. En algún momento me interesé por cuestiones de psicoanálisis, en especial por algunos asuntos que trataba Otto Rank, quien había sido el secretario de Freud. Cuando en el curso correspondiente leí a Heidegger en español, concretamente la traducción que José Gaos había hecho de Ser y tiempo en 1951, la complejidad del texto hizo que lo rechazara.

Me parecía que lo que estaba ahí no tenía sentido y yo entendía muy poco. Además en esa época, algunos que se dedicaban a Heidegger no hacían más que poner una serie de términos como fetiche sin que hubiese una comprensión mayor. Al concluir mis materias viajé a  Alemania en un programa de intercambio estudiantil y aproveché esa estancia para recolectar material de la tesis que pensaba escribir sobre Otto Rank.

Sin embargo, llegó a mis manos Ser y tiempo en alemán así como otros textos de Heidegger y en la lectura me di cuenta de que su obra era importante y decía cosas que ningún otro filósofo se atrevía a decir. Frente a lo que yo había aprendido de filosofía, que ésta pregunta por cuestiones fundamentales sobrepasando la vida cotidiana, Heidegger anclaba precisamente su propuesta en todo aquello que la tradición había pasado por alto.

El análisis de Ser y tiempo inicia, por ejemplo, con una descripción del modo de vida pre teorético que llevamos a cabo día a día. Ahí el punto de partida lo constituyen los útiles a los que nos enfrentamos en la cotidianidad, como el piso, la puerta, la silla, etcétera  y no cuestiones abstractas que busquen la esencia en otro lugar.

Lo que me atrapó de Heidegger inicialmente fue este modo de hacer filosofía en donde ésta era traída nuevamente a la tierra. Quizás muchos lectores vean esto como trivial o poético; sin embargo, esta posición ha dado un giro a la filosofía y la ha cuestionado tanto en sus fines como en su ejecución.

De esta manera, el objetivo primario de Heidegger era llevar a cabo una descripción de nuestro estar-en-el-mundo, en donde vida y mundo están de tal forma entrelazada que no es posible filosofar sin considerar esta condición. La filosofía no podía olvidarse nuevamente del mundo y alejarse buscando seres atemporales en otras dimensiones.

Aunado a estos descubrimientos iniciales de la obra de Heidegger, estaba mi interés por el psicoanálisis. Eso me condujo a leer los Seminarios de Zollikon en donde se recogían los protocolos de encuentros que tuvo Heidegger a lo largo de una década con psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas en un suburbio de Zúrich. Esos textos los comencé a leer en 1994 y después de más de diez años (2007) se publicaron en la traducción al español que hice de ellos.

El año pasado se publicó la segunda edición de esa traducción en la editorial Herder. Este texto me parece la mejor introducción a Heidegger desde él mismo, ya que se trata de diálogos con no filósofos en donde el punto de partida para cualquier análisis no se da en conceptos de la tradición o en lo dicho por algún filósofo anterior, sino en lo que encuentra en el lugar del diálogo: la mesa, las sillas, el reloj, etcétera.

Así, mi interés en el psicoanálisis se trasladó a la filosofía de Heidegger. A lo largo de 20 años he dedicado gran parte de mi trabajo a tratar de entender su obra y, aunque me he querido escapar de ella ya en algunas ocasiones, siempre regreso porque descubro nuevos impulsos. La obra escrita de Heidegger es una de las más grandes y todavía no contamos con una visión completa porque faltan por lo menos 13 volúmenes de una obra que en su totalidad constará de 102.

Si a eso le añadimos 45 volúmenes de epistolarios, vemos que la obra es inmensa. A lo largo de todos esos volúmenes se encuentran problematizaciones en múltiples direcciones que van desde finas interpretaciones de autores de la tradición filosófica occidental hasta propuestas radicales en torno a los grandes problemas de la filosofía. La obra de Heidegger es, en concreto, una invitación a repensar aquellas cuestiones que considerábamos como resueltas: la verdad, el mundo, el tiempo, la muerte, el ser.

Algunos filósofos y críticos cuestionan el acercamiento que tuvo Heidegger con el nacionalsocialismo. ¿Qué opina usted de eso?

Una de las líneas de trabajo que cultivo es llevar a cabo una crónica de la vida y obra de Heidegger. Eso no se ha hecho ni siquiera en alemán. Ya llevo varios años trabajando en ello. Hay dos libros publicados en esa dirección.

El primer libro fue una crónica de Ser y tiempo de Martín Heidegger en dónde reviso tanto la vida y la obra desde que nació hasta la publicación en Ser y tiempo en 1927. El segundo volumen se tituló Heidegger y el Nacionalsocialismo. Una crónica y  es una continuación del libro anterior que abarca de 1926 hasta 1936.

Esto es un proyecto en camino, ya que por lo menos faltan otros dos volúmenes de esta crónica. Pero retornando a tu pregunta: en el periodo que abarca el segundo volumen de la crónica se puede ver el acercamiento que tuvo Heidegger con el nacionalsocialismo. Lo más conocido al respecto es que en 1933 asumió la Rectoría de la Universidad de Friburgo. Es una etapa compleja que, sin embargo, no puede comprenderse si sólo se analizan esos años.

Lo que he entendido y visto en el trabajo realizado es que hay un acercamiento paulatino a las cuestiones políticas que conducen a que Heidegger acepte la rectoría. Unos meses después, ya en 1934, renuncia a ese cargo, aunque sigue siendo miembro del partido nacionalsocialista como fue el caso de muchos otros profesores en esa época, y se va dando un alejamiento paulatino después de 1936 con una serie de críticas al sistema.

Una revisión a lo largo de todos estos años deja ver, por un lado, el encantamiento que padece con Hitler y los nacionalsocialistas así como el posterior alejamiento y decepción. Precisamente esta cuestión ha vuelto a cobrar actualidad porque a principios de este año, en febrero y marzo, se publicaron los tres primeros volúmenes de los así llamados Cuadernos Negros. Es una especie de diario filosófico de Heidegger que abarca los nueve últimos volúmenes de la obra completa, del 94 al 102. Los volúmenes que se acaban de publicar son el 94, 95 y 96. El “diario” de Heidegger va de 1931 a 1976, año de su muerte.

Con lo publicado hasta el momento se entienden algunos aspectos de su acercamiento al nacionalsocialismo. A partir de todo esto queda claro que el asunto es más complejo y ya no se pueden utilizar adjetivos absolutos y totalizadores como cuando se decía, hasta hace pocos años, que “toda” la filosofía heideggeriana era nazi o, por otro lado, que su filosofía era completamente independiente de su vida. Yo no estoy de acuerdo en ninguna de esas dos posiciones. Considero un craso error la separación entre la vida y la obra.

Lo que se tiene que hacer, con base en toda la documentación accesible, es diferenciar los niveles de compromiso y ver hasta qué punto hay cuestiones ideológicas en algunos momentos de la obra, pero también considerar las bases filosóficas con intentos de aplicación política. A pesar de los avances documentales con los que contamos, falta todavía mucho para tener una visión final. Para ello no sólo son importantes los volúmenes de la obra, sino también los epistolarios. Con ese material se podrá, en algún momento, juzgar de modo científico y no a nivel personal.

¿Qué elementos encuentra usted para entender que un gran pensador haya simpatizado con el nacionalsocialismo?

Como decía hace un momento, un grave error en múltiples interpretaciones es pensar ese hecho sólo a partir de la llegada de los nacionalsocialistas al poder o de la fecha de toma del rectorado por parte de Heidegger. Si uno ve más atrás, por lo menos a partir de 1918 o 1919, se encuentra con un joven Heidegger entusiasta e inconforme con el rumbo que había tomado la universidad.

Ya desde esas fechas Heidegger redacta textos y lecciones en donde hace una fuerte crítica al papel de la universidad y pretende impulsar una reforma. No es casualidad que Heidegger haya sido uno de los grandes difusores de un texto de su amigo Jaspers sobre “la idea de la universidad” en 1923.

Cuando los nacionalsocialistas llegan al poder y le ofrecen la rectoría, Heidegger ve en ello una oportunidad de oro para llevar a cabo su ambicioso proyecto. Evidentemente se da cuenta de que eso es una ilusión y renuncia.

Después se dedica a la vida académica sin ningún otro papel político fundamental. Sin embargo, el compromiso que Heidegger tuvo con los nazis no pasó desapercibido al final de la guerra, ya que fue castigado con la famosa “prohibición docente” y a la vez padeció fuertes crisis que lo condujeron a estar algunos meses en un hospital psiquiátrico. Con ello podemos ver que Heidegger no fue indiferente ante lo sucedido.

Algunas interpretaciones superficiales asocian el contenido filosófico de su obra principal Ser y tiempo, a la ideología nacionalsocialista, por ejemplo cuando habla de “pueblo” o “historia”.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que ese libro tal como fue publicado es fruto de una tercera redacción y que las ideas centrales se remontan a 1923 cuando su autor escribió una reseña que se extendería hasta convertirse en uno de los libros filosóficos más importantes del siglo XX.

Otro aspecto central que se debe tener en cuenta en cualquier interpretación actual es que la obra completa es determinante para cualquier interpretación sobre su filosofía y sobre su compromiso político.

Sin embargo, muchos supuestos críticos ni siquiera consideran importante leer la obra porque de entrada la desechan en su carácter filosófico. Remitirse a la obra de Heidegger no es asunto sencillo, ya que se trata de una obra monumental en donde encontramos seminarios de más de 800 páginas.

¿Cuál sería su opinión sobre el papel que la filosofía puede tener en la educación? Como usted sabe, ya ha habido intentos de eliminarla de diversos planes de estudios de bachillerato.

Ese es un problema que también fue enfatizado por Heidegger y muchos otros autores: colocar al pensar como un asunto incensario y superfluo.

Bajo esta dinámica, la época técnica contemporánea es muy coherente consigo misma ya que todo lo que tenga que ver con el pensar, y concretamente el filosófico, es sustituido por el caculo y la información.

Sin embargo, para entender lo que sucede en la época contemporánea, y por supuesto en la tendencia educativa, no basta con remitirnos a lo actual, sino que es necesario adquirir una visión filosófico-histórica que devele los fundamentos en los que se asienta el presente.

La filosofía a lo largo de su tradición ha mantenido siempre el papel de contra movimiento precisamente por su carácter intempestivo que la lleva a ver “más allá” de lo meramente actual. En este sentido, un diagnóstico de la época contemporánea y de la estructura educativa que rige es papel de la filosofía y las humanidades en general. Ya que eso es un peligro para el proceso técnico, éste busca deshacerse de una oposición pensante para así dejar libre el camino al cálculo y a procesos informativos en donde se vea como innecesario pensar. La defensa de la filosofía que hemos hecho en su momento, y seguiremos haciendo, me parece importante precisamente porque ella es uno de los pocos espacios de crítica que nos quedan.

Si eso se pierde, se perderá también la posibilidad de formar seres humanos pensantes para dejar el espacio a personas calculadoras de carácter acrítico. El papel de la filosofía en el bachillerato es fundamental porque es un ámbito en el que se pueden romper esquemas y abrir espacio a las preguntas.

Yo di clases en bachillerato a lo largo de varios años y la mejor recompensa en esos agotadores cursos era cuando algún alumno al final del semestre me decía que tenía preguntas y que las lecturas filosóficas le “habían movido el tapete”. Si se logra tal efecto, entonces se abre la posibilidad de tener estudiantes críticos y pensantes que no se dejen manipular fácilmente ni desde perspectivas políticas ni sociales.

Ya que usted es el Coordinador de la Maestría en Filosofía en la BUAP, quisiera preguntarle cuál ha sido el objetivo en crear tal maestría y qué líneas son trabajadas ahí.

Efectivamente, la Maestría en Filosofía es reciente ya que inicia en el 2008. En estos años hemos tratado de fortalecerla mediante su ingreso al Padrón de Nacional de Posgrados del Conacyt (PNPC). Sabemos que la situación es complicada para los estudiantes de humanidades y muchos de ellos no podrían realizar estos estudios si no contaran con una beca. El hecho de que tengan becas del CONACYT asegura que se van a dedicar de tiempo completo al estudio y que pueden llevar a cabo una investigación de calidad.

Tenemos también una especie de “record” al nivel del posgrado porque es de los posgrados que tienen más movilidad, especialmente mediante estancias de investigación que realizan nuestros estudiantes en universidades extranjeras.

Estamos muy contentos con el nivel de la maestría y el trabajo que se ha hecho. Ya que cada vez se cierran más los presupuestos y cada vez se dificultan las fuentes de trabajo, nosotros intentamos, por todos los medios, que se siga promoviendo el trabajo de la Humanidades. Estamos convencidos de su importancia y de la necesidad de que sigan vigentes y activas. Por eso vale la pena tocar todas las puertas posibles para impactar y difundir lo que se hace.

La importancia que tiene una maestría de este tipo es que es una maestría de investigación. Eso no impide que puedan desarrollar sus habilidades en el ámbito de la docencia, pero la idea es que se realice una buena investigación, no sólo en cuestiones relativas a la filosofía clásica, sino también en torno a problemas contemporáneos.

Tenemos dos líneas de investigación en la Maestría en Filosofía. Una es fenomenología/ hermenéutica y la otra es filosofía práctica.

En cualquiera de las dos líneas se pueden tratar una serie de problemas y de temas contemporáneos llevados a un nivel filosófico que pueda resultar importante.

Por ejemplo temas de exclusión, cuestiones políticas y éticas, cuestiones de fenomenología de la violencia, cuestiones de hermenéutica contemporánea, etc.

Se abordan también temas o problemáticas tratadas por alumnos o estudiosos de Husserl o Heidegger como son Gadamer, Ricoeur, Jonas, Levinas, Arendt, etc. Hay un gran abanico de posibilidades para pensar cuestiones filosóficas.

A partir de los buenos resultados obtenidos en la maestría, hemos elaborado un proyecto de Doctorado en Filosofía Contemporánea para la BUAP que esperamos sea aprobado en fechas próximas.